jueves, 1 de mayo de 2008

Psicologia de la sectas destructivas

La gran mayoría de las personas que se unen a las sectas son personas estables, inteligentes e idealistas, con una buena educación y procedentes de familias respetables. Este hecho no es de sorprender demasiado, ya que las sectas hacen un reclutamiento selectivo de gente «valiosa», es decir aquellos que son fuertes, inquietos y motivados. En cambio, el individuo con problemas emocionales siempre tiene dificultades para ajustarse a la rígida agenda diaria y a las enormes presiones psicológicas a que le somete el grupo destructivo. Cuesta mucho tiempo, energía y dinero reclutar y adoctrinar a los miembros, así que la secta procura no desperdiciar recursos en alguien que, a lo mejor, en menos de un año ya no podía soportar el esfuerzo.

Como cualquier otra empresa, todas las grandes sectas vigilan la relación coste/beneficio. Tienen miedo de que, si no lo hacen, sus organizaciones desaparezcan al cabo de unos años. Las sectas que cuentan con más de una década de existencia disponen de personal competente que se ocupa de los asuntos prácticos que cualquier organización con objetivos a largo plazo debe controlar.

Los grupos grandes se pueden permitir la contratación de personas extrañas para que realicen las tareas ejecutivas y profesionales, pero no se confía tanto en un profesional contratado como en alguien que está comprometido emocionalmente con la secta. Además, al adepto no le pagan por sus servicios. Las sectas intentan reclutar a profesionales para que administren sus asuntos y den una fachada respetable a la organización, así como también para asegurarse el éxito.

Los foráneos que tratan con los líderes de las sectas destructivas nunca dejan de asombrarse ante el hecho de que éstos no son unos locos de atar. Una secta, por lo general, busca a las personas más educadas, activas y capaces que puede encontrar. He escuchado comentarios como éstos: «No sabía que había tanta gente brillante en este tipo de grupos», o «Aquel líder es de verdad una persona muy agradable, bondadosa y muy inteligente. ¿Por qué se habrá unido a un grupo como éste?»

Cualquiera, no importan sus antecedentes familiares, puede ser reclutado por una secta. La variable importante no está en la familia de los posibles miembros sino en el nivel de capacidad del reclutador.

La participación en las sectas destructivas proporciona a algunos individuos una salida para diversos aspectos de si mismos que no encuentran en su vida familiar o en sus otras actividades sociales. Muchos hombres y mujeres sienten una auténtica necesidad de trabajar en equipo con otras personas en pro de las más variadas causas sociales o religiosas. Sin embargo, son relativamente pocas las comunidades que ofrezcan actividades organizadas de este tipo a las personas idealistas. La vida en una secta les brinda esta oportunidad, junto con los aparentes beneficios del «compañerismo» que se vive al participar en una intensa experiencia de grupo.

Muchos jóvenes idealistas reclutados por las sectas están en plena lucha por afirmar su personalidad, y que algunos atraviesan un período de rebelión. Para esta gente la pertenencia a una secta puede ser una forma de sustituir a su familia por los líderes del grupo mientras se alejan del hogar. A veces hay problemas mas graves, como el alcoholismo o la drogadicción en el seno familiar, lo que hace que la persona sienta intensos deseos de alejarse de la familia disfuncional tan pronto como sea posible. Sin embargo, no parece ser éste el tipo de familia patrón de la que provienen los novicios. La mayoría de las familias son relativamente normales.

¿Qué hace que una persona sea vulnerable a las sectas? ¿Cómo es posible que una persona amable, inteligente y cariñosa se convierta en miembro de una secta destructiva? Si es como la mayor parte de los miembros, probablemente le habrán abordado durante un momento de mucho estrés, o tal vez cuando ocurría un cambio importante en su vida.

El estrés es algo habitual en el mundo moderno. Mucha gente experimenta una intensa presión en el trabajo o en la escuela, o tensiones originadas por problemas familiares, relaciones sociales, trastornos de salud, nuevos trabajos, cambio de casa, falta de recursos económicos o combinaciones de varias de estas causas al mismo tiempo. Por lo general, nuestros mecanismos de defensa nos ayudan a salir del paso, pero todos pasamos por momentos en que somos vulnerables.

A pesar de que en momentos de debilidad podemos sucumbir al control mental, esto no significa que sea permanente. Cuando los reclutas abandonan el entorno del grupo durante el tiempo suficiente para poder descubrir libros, artículos o testimonios de ex miembros, casi siempre se desvinculan de la secta. El problema se presenta en caso de que las personas dependan del grupo para toda la información clave. Al no tener a mano nada mejor, le otorgan a los miembros y a los líderes de la secta los beneficios de la duda. Pueden creer que cualquier problema que surja no es más que el resultado de la idiosincrasia particular de un miembro, y no del sistema en sí.

Este documento tiene la intención de ayudarle a «ponerse en la piel» del miembro de una secta, a comprender su psicología y algo de cómo es su vida dentro del grupo. Primero se identifican algunos de los temas básicos de la vida en las sectas destructivas, el común denominador que todas comparten en lo que dicen y hacen. La segunda parte se centra en cómo es la vida personal en una secta destructiva, mediante el análisis de los perfiles de diversas personas que han pertenecido a una secta.

La experiencia en la secta

¿Cómo es la experiencia de vivir en una secta destructiva que utiliza el control mental? ¿Qué se siente? ¿Qué se piensa?

Dado que existen tantos tipos diferentes de sectas que practican el control mental, sería imposible describir las creencias y prácticas de cada una. La mejor manera para obtener datos de un grupo concreto es localizar a un ex miembro, o al menos buscar un relato escrito por un ex miembro. Un pariente preocupado puede aprender la jerga especial de un grupo en particular y sus palabras en clave. Los ex miembros son una gran fuente de información, porque nadie mejor que ellos conoce la experiencia de vivir en una secta.

A pesar de que las sectas destructivas pueden presentar diferencias individuales, hay ciertos temas de la pertenencia a una secta que son más o menos universales. Y al decir «temas» me refiero a los aspectos de la enseñanza en el grupo, a su vida social, y a las creencias que se convierten en factores poderosos en -y de hecho determinan- la vida diaria del adepto. Desde luego, el grado en que estos temas influyen en las personas depende de la fortaleza del vínculo (¿vive con el grupo o tiene su propia casa?), de cuánto tiempo hace que es miembro y de cuál es el nivel jerárquico que ha conseguido. Para la mayoría de los adeptos, los siguientes temas estarán muy próximos a sus propias experiencias.

La doctrina es la realidad

No hay lugar en un entorno de control mental para considerar las creencias del grupo como simple teoría, o como un medio para interpretar o buscar la realidad La doctrina es la realidad. Algunas sectas llegan tan lejos que enseñan que todo el mundo material es una ilusión, y en consecuencia todos los pensamientos, deseos y acciones (excepto los prescritos por la secta) no tienen existencia real.

Las doctrinas sectarias más eficaces son, en palabras de Eric Hoifer, «aquellas que son inverificables y no evaluables». Pueden ser tan intrincadas que se necesitaría años de esfuerzos para ponerlas en claro. (Pero, desde luego, no hay tiempo disponible, porque para entonces los novicios ya han dejado de estudiar la doctrina y han sido destinados a fines más prácticos, como salir a recaudar fondos y reclutar adeptos.) La doctrina debe ser aceptada, no comprendida. Así pues, la doctrina debe ser vaga y global, a la vez que lo bastante simétrica como para que parezca congruente. Su poder proviene de afirmar que hay una sola y única verdad que lo abarca todo.

Dado que el control mental se basa en la creación de una nueva identidad en el individuo, la, doctrina sectaria requiere siempre que la persona desconfíe de sí misma. La doctrina se convierte en el «programa maestro» de todos lo pensamientos, sentimientos y acciones. Y puesto que es la VERDAD, perfecta y absoluta, cualquier fallo que se detecte se atribuye a un reflejo de las propias imperfecciones del creyente. Se le enseña que debe seguir las fórmulas prescritas aunque en realidad no las comprenda. Al mismo tiempo, se le dice que debe intentar esforzarse más en su trabajo y tener más fe para poder llegar a comprender la verdad con mayor claridad.

La realidad es blanca o negra, el Bien contra el Mal

Incluso las doctrinas sectarias más complejas, en última instancia, reducen la realidad a dos polos básicos: blanco o negro; bueno o malo; mundo espiritual o mundo físico; nosotros o ellos.

Jamás hay lugar para el pluralismo. La doctrina no permite que ningún grupo exterior sea reconocido como válido (bueno, creyente, etc.) porque significaría una amenaza al monopolio que la secta ejerce sobre la verdad. Tampoco hay lugar para la interpretación o la desviación. Si la doctrina no le ofrece una respuesta directa, el adepto debe formular la pregunta a un líder. Si éste no tiene una respuesta, siempre puede eludir la pregunta calificándola de poco importante o improcedente.

Los demonios domésticos varían de un grupo a otro. Pueden ser instituciones políticas o económicas (comunismo, socialismo o capitalismo), los profesionales de la salud mental (psiquiatras, desprogramadores) o entidades metafísicas como Satanás, los espíritus, seres extraterrestres, e incluso las crueles leyes de la naturaleza. Se da por cierto que los demonios se han apoderado de los cuerpos de padres, amigos, ex miembros, periodistas, y de todo aquel que critique a la secta. Las «grandes conspiraciones» que trabajan para acabar con el grupo son, desde luego, la prueba de su gran importancia.

Algunas sectas practican la paranoia psíquica, pues asegura a sus adeptos que los espíritus les observan continuamente, y que pueden llegar incluso a apoderarse de ellos cada vez que sienten o piensan en desacuerdo con las normas de la secta.

Mentalidad elitista

A los miembros se les hace sentir que forman parte de un cuerpo de élíte de la humanidad. Este sentimiento de ser especial, de participar en los actos más importantes de la historia humana como parte de una vanguardia de creyentes comprometidos, es él fuerte vínculo emocional que mantiene a la gente haciendo sacrificios y trabajando al máximo.

Como comunidad, sienten que han sido escogidos (por Dios, la historia o cualquier otra fuerza sobrenatural) para sacar a la humanidad de las tinieblas y conducirla a la nueva era de los iluminados, Los adeptos tienen un gran sentido no sólo de su misión sino también de su lugar especial en la historia, y están convencidos de conseguir el reconocimiento de las generaciones futuras por su grandeza

Resulta irónico que los miembros de una secta miren por encima del hombro a los adeptos de los otros grupos. Son muy rápidos en percatarse de que: «Aquéllos están en una secta», o «A ellos sí que les han lavado el cerebro». Son incapaces de desmarcarse de su propio entorno y contemplarse a sí mismos de forma objetiva.

Estos sentimientos de elitismo y predestinación, sin embargo, conllevan una pesada responsabilidad, pues les dicen que si no cumplen a conciencia con sus obligaciones, le están fallando a la humanidad.

El miembro de base se muestra humilde ante sus superiores y los reclutas en potencia, pero arrogante frente a los extraños. A casi todos los miembros les han dicho en el momento de su adhesión que llegará un día en que se convertirán en líderes. Sin embargo, los ascensos se conseguirán tan sólo con un rendimiento notable ó mediante el compromiso político. Pero al final, por supuesto, la élite que ostenta el poder real sigue siendo reducida. La mayor parte de los adeptos no llegan nunca a ser líderes, sino que permanecen entre los miembros de base.

Pese a ello, se consideran a sí mismo mejores, con más conocimientos y más poderosos que cualquier otro ser en el mundo. Como resultado, a menudo los miembros se sienten más responsables de lo que han sido en toda su vida. Caminan como si tuvieran que soportar sobre sus hombros el peso del mundo. Los adeptos no entienden lo que quieren decir los foráneos cuando afirman que no hay que intentar escapar de la realidad y de la responsabilidad afiliándose a una secta.

La voluntad del grupo sobre la voluntad individual

En todas las sectas destructivas, el individuo deberá someterse al grupo. La «intención total» debe ser el foco; la «intención personal» debe quedar subordinada. En cualquier grupo definido como secta destructiva, pensar en sí mismo o para sí mismo está mal. El grupo es lo primero. La obediencia absoluta a los superiores es uno de los puntos en que coinciden la práctica totalidad de las sectas. El individualismo es el mal. La conformidad, el bien.

Todo el sentido de la realidad de un adepto se basa en referencias externas: aprende a ignorar su ser interior y confía en la figura autoritaria exterior. Aprende a mirar a los demás en busca de guía y significados. Los miembros de base, sin excepción, tienen dificultades para tomar decisiones, tal vez por el excesivo énfasis puesto en las referencias externas. En este estado de extrema dependencia, los adeptos necesitan que alguien les diga qué deben pensar, sentir y hacer.

Los líderes de las diferentes sectas utilizan tácticas muy similares para fortalecer la dependencia. Con mucha frecuencia, envían a los miembros a nuevos lugares que éstos desconocen, les cambian los trabajos, los ascienden y degradan a su capricho, con el único fin de mantenerles desequilibrados. Otra técnica consiste en asignarles metas imposibles del alcanzar. Les aseguran que si son «puros» tendrán éxito, y les obligan a confesar que son «impuros» cuando fracasan.

La obedienda estricta: imitación del líder

Al nuevo miembro se le induce muy a menudo a que abandone sus antiguos patrones de comportamiento y se convierta en un «dedicado», mediante el aparejamiento con otro miembro más antiguo de la secta que será el modelo que deberá imitar. Se urge al recién llegado a que sea esa otra persona. También se incita a los líderes de nivel medio a que copien a sus superiores, siendo el mismísimo líder supremo el modelo final que todos deberán imitar.

Una razón para que hasta al más ingenuo de los observadores le resulten algo raros los miembros de una secta es que todos tienen los mismo modales, usan prendas muy similares y hablan de la misma manera. Lo que el observador está viendo es la personalidad del líder transmitida a través de varias etapas de modelado.

La felicidad a través del buen rendimiento

Una de las más atractivas cualidades de la vida en las sectas es el sentido de comunidad que inspira. Al principio el amor parece ser incondicional e ilimitado, y los nuevos miembros se ven arrastrados a una luna de miel llena de alabanzas y atenciones. Pero al cabo de unos meses, conforme el adepto se involucra más en la secta, las alabanzas y las atenciones se vuelcan hacia los nuevos reclutas. El miembro de la secta aprende que el amor no es incondicional, sino que depende de su buen rendimiento.

Los comportamientos son controlados a través de las recompensas y castigos. Se utiliza la competencia para estimular y avergonzar a los miembros a fin de que sean más productivos. Si las cosas no van bien -se consiguen pocos reclutas, ataques de la prensa, deserciones- es una falta personal del miembro, y su ración de «felicidad» le será retenida hasta que el problema sea solucionado. En algunas sectas piden a los individuos que confiesen sus pecados para tener garantizada la «felicidad» y, en caso de que no recuerden ninguno, se induce a que se los inventen. Al final llegan a creer que de verdad han cometido los pecados inexistentes

Las buenas amistades representan un riesgo, y son desalentadas con disimulo por los líderes. El compromiso emocional del miembro de una secta debe ser vertical (hacia el líder), no horizontal (hacia sus iguales). Los amigos son peligrosos, en parte porque si un miembro abandona la secta podría llevarse a otros con él. Cuando alguien deja el grupo, por supuesto el «amor» que se le dirigía se convierte en irritación, odio y burla.

Las relaciones dentro de estos grupos son por lo general superficiales, porque se desaconseja activamente compartir sentimientos íntimos, sobre todo los negativos. Esta característica de la vida en una secta, prevalece incluso cuando el adepto siente que está unido a sus camaradas como nunca lo ha estado con cualquier otra persona. Cuando pasan vicisitudes (al recaudar fondos en el crudo invierno o bajo el tórrido sol del verano) o son perseguidos (la policía los arresta por infracciones de la ley o son molestados por personas extrañas), tienen una excepcional sensación de profunda camaradería y de compartir el martirio. Pero ya que la única fidelidad real es hacia el líder, una observación más profunda demuestra que tales lazos en el fondo son débiles, y a veces producto de la fantasía.

La manipulación mediante el miedo y la culpa

El miembro de una secta llega a vivir dentro de un ámbito delimitado por el miedo, la culpa y la vergüenza. Los problemas son siempre una falta del adepto, y se deben a la debilidad de su fe, a su falta de comprensión, a «padres malos», a espíritus perversos, o lo que sea. Se siente constantemente culpable por no dar la talla. Llega a creer que «el demonio» le persigue.

En todas las sectas destructivas el miedo es el principal motivador. Cada grupo tiene su propio diablo particular agazapado a la vuelta de la esquina que espera a los miembros para tentarlos y seducirlos, para matarlos o volverlos locos. Cuanto más vivo y tangible es el demonio que la secta puede conjurar, más intensa es la cohesión que alimenta.

Altibajos emocionales

La vida en la secta es como un viaje en una montaña rusa. El adepto oscila entre la felicidad extrema de experimentar la «verdad» junto a una élíte privilegiada, y el aplastante peso de la culpa, el miedo y la vergüenza. Los problemas son siempre debidos a su incapacidad, no a la del grupo. Es el eterno culpable por no alcanzar las metas. Si plantea objeciones, se le aplicará el «tratamiento de silencio» o se le trasladará a otra parte del grupo.

Estos extremos imponen una pesada carga en la capacidad de la persona para funcionar. Cuando los miembros están «arriba», pueden convertir su celo en una gran productividad y capacidad de persuasión. Pero cuando caen, se transforman en unos completos inútiles.

La mayoría de las sectas no permiten que los «bajones» duren demasiado tiempo. Un procedimiento habitual consiste en someterlo nuevamente al adoctrinamiento para que vuelva a funcionar. No es raro que alguien reciba un adoctrinamiento formal varias veces al año. Algunos de los miembros más antiguos se queman sin llegar a renunciar. Estos individuos ya no pueden soportar por más tiempo la carga ó la presión para que rindan, y comienzan a señalar las incongruencias en la política del grupo. Se les puede enviar a que realicen tareas manuales en lugares alejados donde no molesten, y se espera que permanezcan allí durante el resto de su vida; ó si se convierten en una carga, se les pide (o se les ordena) que se marchen.

Cambios en la orientación temporal

Una interesante dinámica de las sectas es que tienden a cambiar la relación de la persona con su pasado, su presente y su futuro. Como ya he mencionado antes, el pasado del miembro es reescrito. Tiende a observar su vida pasada con una memoria distorsionada que lo pinta todo de color oscuro. Aun los recuerdos más positivos son desviados hacia lo malo.

El sentido que del presente tiene el adepto también es manipulado. Experimenta una gran sensación de urgencia por realizar las tareas que le han asignado.

Muchas sectas enseñan que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Algunas dicen que ellas evitan su llegada; otras simplemente creen que sobrevivirán. Cuando estás siempre demasiado ocupado con proyectos tan críticos -durante días, semanas, y meses- todo se hace borroso.

Para el miembro de una secta, el futuro es el tiempo en que será recompensado porque ya se habrá producido el gran cambio (o puede ser también donde reciba su castigo). En casi todos los grupos, el líder proclama que tiene el control del futuro, o al menos es el único que lo conoce. Sabe cómo pintar visiones del paraíso celestial o del infierno para dirigir a los adeptos hacia un camino u otro. Muchos grupos tienen incluso calendarios para el fin del mundo, que por lo general debe producirse entre los dos y cinco años próximos: lo bastante lejano para que no se demuestre lo contrario demasiado pronto, y lo bastante cercano como para que provoque un impacto emocional. Estas predicciones tienen la virtud de desaparecer de escena a medida que se aproxima la gran fecha. Otros grupos, en cambio, mantienen la fecha hasta que llega el día anunciado y no sucede nada.

Por lo general, el líder se limita a fijar una nueva fecha que aplaza el gran momento unos cuantos años. Después de hacerlo unas cuantas veces, puede ocurrir que algunos de los miembros más antiguos se vuelvan cínicos respecto al tema. Para aquel entonces, desde luego, ya hay miembros nuevos que no saben que el líder ha modificado las fechas varias veces.

No hay salida

En las sectas destructivas, jamás existe una razón legítima para marcharse. A diferencia de las organizaciones no sectarias que reconocen el derecho inherente a la persona de abandonarlas, los grupos que practican el control mental dejan bien claro que no existe un modo legítimo para dejarla. Se dice a los adeptos que las causas que llevan al abandono son la debilidad, la locura, las tentaciones, el lavado de cerebro (hecho por los desprogramadores), el orgullo, el pecado, etc.

A los miembros se les adoctrina concienzudamente para que crean que si alguna vez se marchan, las consecuencias serán terribles para ellos, sus familias y la humanidad., A pesar de que los miembros a menudo dicen: «Dame un motivo que sea mejor que el mío y me marcharé», no se les permite contar con el tiempo ni los medios intelectuales para probar tal afirmación a sí mismos. Están encerrados en una prisión psicológica.

Las personas que han estado allí

Las personas que se unen a las sectas destructivas viven algunas experiencias tan terriblemente dolorosas que se niegan a recordarlas. Incluso después de haber recibido tratamiento, algunos antiguos miembros no desean comunicar sus experiencias de una manera pública. Otros, en cambio, están convencidos de que la sociedad en general tendría que comprender los sufrimientos que padecieron mientras estaban sometidos a control mental, y no tienen miedo de dar sus nombres. Aunque yo comprendo muy bien la reticencia de quienes desean mantener el anonimato, también admiro el coraje de aquellos que dan un paso al frente y exponen sus historias. Estas personas son más fuertes desde el momento que son capaces de compartir sus vivencias personales, y también nos ofrecen una valiosa fuente de información sobre la experiencia de ser reclutado, vivir en una secta destructiva y abandonarla.

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Fuente: http://www.geocities.com/icoc_mexico/ICOC/psicologia.html



martes, 15 de abril de 2008

Las sectas y sus técnicas de control mental

Es importante recordarle con frecuencia a la juventud, padres de familia, maestros y líderes, sobre la necesidad de estar prevenido contra las sectas y otros grupos que utilizan técnicas de control mental, a los que en conjunto yo les llamo grupos esclavistas.

Los grupos esclavistas tienen como método primario la eliminación de la habilidad de razonar y tomar decisiones, mediante el uso de técnicas de adormecimiento mental, corporal y social que convertirán a sus miembros en instrumentos dispuestos a ejecutar órdenes y a sacrificarse por las causas del grupo.

Los grupos esclavistas quieren individuos inseguros, entregados y orgullosos tan solo de su pertenencia y fidelidad al grupo.

Existen muchos grupos esclavistas, pero el proceso de diagnóstico se complica porque muchos de ellos tienen objetivos que podrían ser aplaudidos por la mayoría de nosotros: algunos realizan labor social, o educativa, e inclusive cuentan con la aprobación de instituciones religiosas reconocidas y, en ocasiones, no todos los miembros del grupo son sometidos a los mismos procedimientos de control mental. De ahí que los objetivos explícitos no son necesariamente un indicador para determinar si el grupo actúa como grupo esclavista. Sin embargo, la presencia de las características siguientes nos puede alertar con respecto a la verdadera naturaleza del grupo:

ETAPA DE ENAMORAMIENTO

* El grupo lanza un anzuelo: un objetivo importante, gente y ambiente con cualidades agradables.

* Se inicia el proceso de lavado cerebral (grupos de formación, círculos de amistad, etc.) sin requerir todavía decisiones o compromisos radicales.

ETAPA DE CRISIS

* Cuando alguien se identifica con los objetivos del grupo, le provocan la crisis vocacional donde le convencen que tiene vocación o un llamado divino a dedicarse a promover los objetivos del grupo.

SE ABRE LA CAJA DE PANDORA, LENTAMENTE

* Luego de comprometerse, le informan que tendrá que someterse a ciertos procesos de formación para miembros que le trasmitirán el espíritu del grupo. Sin saberlo, usted será sometido a:

1) Técnicas de Adormecimiento Mental

* El líder y el grupo son, aparte de infalibles, lo más importante.

* Cuestionar, dudar y desobedecer a los líderes del grupo es mal espíritu y hay ciertas penalidades para quienes lo hacen.

* Le convencen que sus limitaciones intelectuales y emocionales son infinitas y no debe confiar en su habilidad de razonar y tomar decisiones.

* Debe asistir a todas las actividades de formación (lavado cerebral) donde se le comunicará el maravilloso espíritu del grupo.

* Debe pedir permiso antes de leer un libro o inocularse si el libro es peligroso o atenta contra el grupo o sus principios.

* Sus publicaciones importantes (la suyas) deberán ser revisadas por los líderes para determinar si proyectan el espíritu del grupo.

* Si su nueva vida le provoca ansiedad o duda, debe meditar, rezar, cantar y repetir frases que le recuerden los objetivos del grupo, que alaben al fundador, y que de paso le quiten los malos pensamientos.

* Si algún día decide abandonar o traicionar al grupo se expondría a ser un infeliz y a otras graves consecuencias.

2) Técnicas de adormecimiento social

* Debe abandonar las metas personales y actividades del pasado e ir dedicando todo su tiempo a perseguir los objetivos del grupo.

* Como resultado de su buen espíritu sus padres y viejos amigos ya no deberían ser tan importantes. Con ello el grupo pretende que elimine los grupos de referencia anteriores.

* También como parte del buen espíritu su correspondencia será revisada.

* Debe vivir con el grupo para facilitar el proceso de formación, aislándose de influencias negativas.

* Debe hacer crecer la familia, conseguir nuevos miembros (hijos espirituales que mitiguen sus instintos paternales).

3. Técnicas de adormecimiento corporal

* Debe mortificar su cuerpo, ayunar, levantarse a media noche o de madrugada, dormir en sitios incómodos, bañarse con agua fría, etc.

* Debe entregar una buena parte o todo su salario al grupo y utilizar tan sólo el dinero y los bienes que el grupo le ofrece o le autorice.

El proceso de alienación, despersonalización y anulación alcanzará su apogeo y el nuevo miembro estará listo para ejecutar fielmente los objetivos del grupo. A medida que se aclimate y, como los perros de Pavlov, aprenda a controlar su mente, su cuerpo y los grupos de referencia, estará en la mejor disposición de aceptar los nuevos preceptos.

¿Quién está expuesto a los grupos esclavistas?

Cualquier alma buena, pero "la captación sectaria -nos dice el periodista español Pepe Rodríguez en su libro El Poder de las Sectas- adquiere su máxima rentabilidad cuando los sujetos o colectivos abordados están inmersos en situaciones que, en sentido amplio, definiremos como riesgo." Pepe Rodríguez relata que en un estudio realizado por la Comisión Interministerial para la Juventud en España, se encontró que los miembros de grupos esclavistas tenían características comunes: "Psicosocialmente, se caracterizan por su religiosidad, trascendencia y atracción por lo sobrenatural; su dependencia, deseo de pertenencia y tendencia a la afiliación y al compromiso; su atracción por la autoridad, jerarquización y maniqueísmo; sus carencias afectivas, soledad y elevada emocionalidad; su dificultad para participar y relacionarse socialmente; y su idealismo, búsqueda de absolutos y de soluciones revolucionarias." Entre más joven la persona, mayor el peligro de ser reclutado por este tipo de organizaciones, precisamente por la presencia de grandes ideales y la experiencia limitada de vida.

¿Cómo podemos evitar que nuestros jóvenes caigan en las manos de grupos esclavistas y se conviertan en hombres y mujeres maduros?

* Fundamentalmente, ayudándoles a desarrollar la capacidad de razonar y decidir independientemente en beneficio propio y del bien común. Es un poco temerario cuando hacemos énfasis tan sólo en la necesidad de trasmitir valores sin hacer énfasis en la importancia de razonar, cuestionar, investigar, tomar decisiones y actuar.

* Alertándoles sobre las técnicas de control mental utilizadas por los grupos esclavistas.

* Ofreciéndoles cariño, un ambiente de aceptación y libertad donde se respete al individuo pero se pueda cuestionar sus ideas y la conducta de líderes y autoridades.

"Maduro -predican los grupos esclavistas- es el hombre humilde y obediente". "Maduro -dice el diccionario- es el hombre juicioso y cuerdo."

Más noticias en www.AhoraUSA.com

Por J. G. Santiago

Se acerca el 8 de abril

Publicado el 6.04.08 en el blog del P. Juan Masiá

Se acerca el 8 de abril, Festival de las Flores, que celebra el nacimiento de Buda. Para el mundo cristiano es Pascua florida. Reunidos en paraliturgia común, budistas y cristianos, hemos hablado sobre la Vida y la Luz del mundo.

En el Prólogo de san Juan, la “Vida es luz para la humanidad". En el Sutra del Loto, brotan rayos de luz de la frente del Buda, a quien se llama Vida eterna.

Ambas espiritualidades coinciden en decir que de la vida siempre brota luz, aunque no siempre de la luz brote vida. La luz de la verdad abstracta no vivifica. La vida eterna divina sí produce luz. El camino interior va de la vida a la verdad, más que de la verdad a la vida. El ardor de la bondad que da vida precede al resplandor de la verdad que encandila...

Reunidas en comunidad personas budistas y cristianas, hemos leído en voz alta el capítulo primero de san Juan. Como primera lectura, nos sirvió el siguiente texto del Sutra del Loto:

Desde que alcancé la iluminación
transcurrieron ya siglos infinitos.
Proclamé sin cesar la enseñanza del Dharma
para enseñar y guiar
a un sinnúmero de seres
a la sabiduría de la iluminación.

Con el fin de salvarles a todos
me manifiesto como extinguido,
cual recurso de salvación.
Pero, en realidad, no me extingo: permanezco.
No estoy en la otra orilla, sino aquí,
entre vosotros, anunciando
día a día el mensaje del Dharma.
Dirigiéndome al mundo entero,
así mi oráculo proclamo:
He aquí que para siempre
habito entre vosotros.
No he desaparecido,
aunque usando estrategias salvíficas
a veces me presento como extinguido
y a veces como no extinguido.
Con mi poder divino permanezco
en este monte por siglos infinitos
y habito, a la vez, en innumerables lugares.
Veo a todos los vivientes
sumidos en un mar de sufrimiento.
Por eso no me muestro como soy,
sino que incito a que me añoren,
para que se revele el Dharma
cuando despierte el anhelo.

Sin cesar me pregunto:
¿Cómo me las arreglaré
para salvarlos a todos,
a todos sin excepción?
¿Cómo haré para que todos entren
por el sendero sublime que conduce a la meta
de convertirse en Buda?

(Del libro: El Dharma y el Espíritu, Conversaciones entre un budista y un cristiano, por J. Masiá y K. Suzuki, PPC, 2008, p.148)

La canonización de Mons. Romero y la política

Publicado el 9.04.08 en el blog de Xavier Picaza

El dìa 24 de marzo, aniversario de su asesinato, publiqué una semblanzxa de Mons. Romero. En los días siguientes han aparecido diversas versiones sobre las dificultades de su proceso de "canonización". Algunos han dicho que no le canonizan por dinero, otros por cuestiones burocráticas... En realidad, no le canonizan por prudencia "política". Así me lo dijeron algunos de los que están implicados en el tema cuando estuve en El Salvador, hace cinco meses. No le canonizan por intereses de política partidista y oligárquica del Gobierno de El Salvador... y por miedo de la Iglesia jerárquica: el Vaticano no quiere herir las "susceptibilidaes" del gobierno actual del Salvador, que está en la línea de aquellos que asesinaron a Romero. Pero el pueblo ya le ha canonizado

¿Canonizarle para olvidar lo que pasó?

Me dijeron que el Gobierno actual de El Salvador y el Vaticano... estaban dispuestos a "canonizarle", siempre que se ocultara la verdad de su muerte, es decir, siempre que se echara una capa de tierra sobre los autores e intereses que estuvieron en el fondo de su asesinato. Unos y otros estaban dispuestos a canonizarle siempre que no se siguiera investigando, que no se movieran las cosas... de manera que se pudiera decir que Romero murió "por casualidad", por obra de algunos "exaltados", sin implicación de las fuerzas del Estado, de manera que los hijos de los asesinos (sin cambiar de actitud, para conservar el poder) pudieran ir a la ceremonia y se protagonistas de ella.

Se trataría de canonizar a Romero "para olvidar" (promoveatur ut amoveatur)... Ya Jesús había previsto situaciones como éstas, cuando habló de aquellos que construyen tumbas hermosas... para ocultar así que fueron ellos los que me mataron. Los mismos asesinos (los partidarios de los asesinos) de Romero acudirían a la canonizacion diciendo así que no tuvieron la culpa..., para que todo quedara igual (Mt 23)

Eso es lo que está en el fondo del tema de la canonización... Si se hace de verdad, investigando lo que hubo al fondo (y lo que sigue estando en el fondo) esa canonización iría en contra de cierta política de la Gran Iglesia, sería una condena de la oligargía gobernae de El Salvador (que fue la responsable directa del asesinato de Romero), una condena de la política exterior de USA... Se comprende que muchos en Roma sientan dificultades... ante el caso, ante la verdad... No parece que el Vaticano (por prudencia) tenga ganas de ir al fondo del problema; no parece que quiera ir en contra del gobierno actual de El Salvador. Por eso, a no ser que haya un pacto de silencio (canonizar sin ir al fondo de los temas...) no parece que habrá canonización. Y quizá mejor así, pues Romero es ya Santo, santo de los de siempre: ¡canonizado por el pueblo, como se hizo en los 1200 primeros años de la Iglesia!. En este contexto quiero añadir un caomuncado de la CEIPES, que me llega de El Salvador

Estado salvadoreño convierte caso Romero en un símbolo de impunidad

La Coordinación Ecuménica de la Iglesia de las y los Pobres de El Salvador, CEIPES, en el marco del 28 aniversario martirial de Mons. Romero y sobre la base de las recomendaciones emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el año 2000 Realizar una investigación judicial completa, imparcial y efectiva, de manera expedita, a fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales de las iolaciones establecidas en el informe (00/37, referido al caso de onseñor Romero), sin prejuicio de la amnistía decretada) , denuncia:

1. El Desacato en el que se encuentra el Estado salvadoreño, al no cumplir las recomendaciones emitidas por la CIDH, habiendo pasado ya más de siete años desde el momento en que fueron emitidas. No puede permitirse ni ignorarse que un Estado desacate las resoluciones de la Comisión, ya que ello conllevaría a la destrucción de un sistema creado por los mismos Estados en aras de promover, difundir y proteger los derechos humanos del continente americano.

2. El culto público que el Estado rinde al asesino de Mons. Romero, al erigir plazas y monumentos, así como intentar nombrar hijo meritísimo, al ex mayor Roberto D’aubuisson, ejemplo y símbolo de muerte e impunidad para nuestro pueblo.

3. El desinterés y despreocupación que el Estado salvadoreño ha mostrado por asumir los estándares y obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, contradiciendo la imagen que el presidente Elías Antonio Saca desea proyectar a la comunidad internacional, quien en su discurso de inauguración del vigésimo noveno periodo extraordinario de sesiones de la Corte manifestó que el Salvador tenía “Vocación por la vigencia de los derechos humanos”. Por lo tanto, no podemos dejar pasar la actitud indolente e irrespetuosa del Estado salvadoreño frente a tales resoluciones.

4. El hermetismo en el que se dieron los diálogos entre Mons. Saenz Lacalle y el Gobierno de El Salvador, siendo éstos al margen de las recomendaciones emitidas por la CIDH.

5. La actitud arbitraria del señor Arzobispo de San Salvador, al despedir al Lic. David Morales de Tutela Legal, por ser fiel a la verdad y la justicia.

Finalmente, como Iglesias hacemos un llamado a la población en general a ejercer su derecho a la verdad y la justicia, buscando la información pertinente referida al caso, así como exigir la responsabilidad del Estado salvadoreño en el cumplimiento de las recomendaciones emitidas por la CIDH; y la exigencia permanente a la jerarquía católica a no permitir la complicidad en la impunidad que actualmente impera en nuestra tierra.

sábado, 12 de abril de 2008

Declaración europea sobre las prácticas sectarias

DECLARACIÓN CONJUNTA DEL CONGRESO EUROPEO
DEL 23 Y 24 DE ABRIL DE 1999 (PARÍS)


Federación Europea de las asociaciones de defensa contra las prácticas totalitarias del sectarismo

Las asociaciones europeas abajo firmantes, que han sido designadas para prevenir y combatir los efectos del sectarismo, así como para ofrecer ayuda a las víctimas de las sectas, reunidas los días 23 y 24 de abril de 1999 en París, declaran su adhesión incuestionable a las libertades fundamentales, tal y como son reconocidas por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, por la Convención europea de protección de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales de 1953, por la Convención Internacional de los Derechos del Niño en 1989 y, de forma general, por las diversas Declaraciones de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos, ratificadas por los diferentes Estados Europeos.

Las asociaciones abajo firmantes defienden, especialmente, su adhesión a la libertad de pensamiento y de creencias, así como a la libertad de asociación, fundamentos de la sociedad civil en todo Estado de derecho asentado sobre principios democráticos.

Las asociaciones abajo firmantes recuerdan, que ni el Estado ni los poderes públicos tienen capacidad para pronunciarse sobre el carácter filosófico o religioso de una creencia ni sobre la adhesión a una asociación cultural o no cultural, y que es facultativo de la decisión de conciencia de cada uno.

Por el contrario, declaramos que depende de los poderes públicos:

- Garantizar la expresión de tales libertades;

- Favorecer el acceso de los ciudadanos a una libre información, de modo que cada uno pueda prevenirse contra el sectarismo, así como facilitar el debate abierto en el seno de la sociedad y de la comunidad, y velar para que cada ciudadano no sea privado de su derecho de libre decisión;

- Proteger a las personas contra toda forma deshumanizante de manipulación mental y de condicionamiento psíquico o intelectual que, bajo cualquier máscara filosófica, religiosa o comercial, pueden disimular sus prácticas.

Se está plenamente de acuerdo con la resolución 134, del 15 de abril de 1999, emitida por la Comisión de las Libertades Públicas y de Asuntos Internos del Parlamento Europeo, según la cual, los Estados son invitados "a tomar las medidas pertinentes, respetando los principios de un Estado de derecho, para combatir los atentados a los derechos de las personas provocados por ciertas sectas a las que debería retirarse el estatuto de organización religiosa o cultural, que es lo que les asegura ventajas fiscales y una cierta protección jurídica".

Las asociaciones abajo firmantes observan que todavía no existe una definición jurídica de la noción de secta a la orden del día en las sesiones de trabajo y los debates programados por los parlamentos nacionales y por las instituciones europeas.

Sin querer pronunciarse inmediatamente sobre la viabilidad ni sobre la oportunidad de tal definición, las asociaciones abajo firmantes estiman que los criterios objetivos del comportamiento sectario han sido tras mucho tiempo, y en todo caso tras una quincena de años o más, suficientemente comprobados como para calificar estos movimientos; denunciando los métodos de reclutamiento y definiendo una tipología.

Autorizada por esta realidad, la FECRIS afirma solemnemente:

1. Que negar la existencia de grupos sectarios, nacionales, regionales o transnacionales, disimulados o no bajo la máscara de convicciones filosóficas o religiosas, no hace más que contribuir a engañar a la opinión pública e incitar indirectamente a los poderes públicos a negligir la posible actuación ante estos grupos.

2. Que no conviene confundir, aunque en su momento fueran novedosas, la libertad de búsqueda espiritual –relacionada o no con movimientos filosóficos o confesionales conocidos de hace tiempo-, con las asociaciones sectarias donde la negación de la libertad es la negación misma de las aspiraciones morales de todo individuo.

3. Que el auto proclamación filosófica o religiosa de una asociación no le autoriza en ningún momento a transgredir los Derechos del Hombre y de las leyes, así como tampoco a desestabilizar el equilibrio social.

En esta línea, la FECRIS reclama:

- El reconocimiento oficial de la Federación Europea de las asociaciones de defensa contra las prácticas totalitarias del sectarismo (FECRIS), con el fin de que sea consultada por el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), así como por las Naciones Unidas y los organismos y comisiones dependientes. La FECRIS estará, por otra parte, en contacto con las autoridades administrativas, que tienen la capacidad de gestionar los procedimientos de control fiscal y aduana, con los Estados y con la Unión Europea, así como con los servicios internacionales creados para la misma finalidad.

- La constitución en el seno de los parlamentos nacionales, así como el parlamento de la Unión europea y la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, de grupos de estudio permanentes encargados de observar la evolución del fenómeno sectario y, en caso necesario, votar las medidas legislativas y fijar las medidas reglamentarias que se deriven.

- Paralelamente, la creación de una instancia europea permanente encargada de recoger toda la información concerniente a los hechos del sectarismo y ayudar, junto con las autoridades nacionales, en la tarea de prevención e información del público.

Criterios para determinar si un grupo es una secta peligrosa

La proliferación de sectas en América Latina se ha ido incrementada en los últimos años. Muchas de las sectas tienen un origen religioso generando confusión y polémica entre los fieles para distinguir correctamente si un determinado grupo se mantiene fiel a las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia o si por el contrario distorsionan estas enseñanzas y construyen su propia verdad. Aquí algunos criterios.

El grupo es autoritario en su estructura de poder. El líder tiene la autoridad suprema. Él o ella pueden delegar ciertos poderes en unos pocos subordinados con el propósito de que los miembros se adhieran a los deseos y órdenes del líder. No hay apelación posible fuera de su sistema a otros sistemas de justicia que estén por encima. Por ejemplo, si un profesor de escuela se siente injustamente tratado por el director del colegio, puede quejarse, pero en una secta el líder siempre tiene la última palabra (y única) en todos los asuntos.

Los líderes sectarios tienden a ser carismáticos, decididos y dominantes. Ellos persuaden a sus seguidores a abandonar sus familias, trabajos, y amistades para seguirles. El grupo, y no el individuo, toman control de las propiedades de sus seguidores, su dinero, y sus vidas.

Los líderes sectarios son mesías autoproclamados que presumen de tener una misión especial en la vida.

El líder sectario centra la veneración de sus adeptos hacia sí mismo. Sacerdotes, rabinos, ministros, líderes democráticos y de movimientos realmente altruistas dirigen la veneración de sus seguidores hacia Dios, principios abstractos, o el bien común. Los líderes sectarios, en cambio, se proponen como el objetivo del amor, devoción, y adhesión de sus seguidores.

La secta tiende a ser totalitaria en el control del comportamiento de sus miembros. Las sectas acostumbran a dictar con gran detalle cómo deben vestir sus miembros, qué deben comer, cuándo y dónde trabajar, dormir, o ducharse, así como lo que deben creer, pensar y decir.

La secta suele tener una doble moral. Por un lado los miembros deben ser abiertos y honestos con el grupo, y confesarlo todo a sus líderes. Por otro lado, se les anima a mentir y manipular a los no-miembros. Las religiones establecidas enseñan a sus miembros a ser honestos con todo el mundo, y regirse por una sola moral. La secta tiene dos objetivos básicos; reclutar nuevos miembros y conseguir dinero. Las religiones establecidas y movimientos altruistas pueden también reclutar y conseguir dinero, pero su único objetivo no es su propio crecimiento sino mejorar las vidas de sus miembros y semejantes. Las sectas pueden presumir de hacer contribuciones sociales, pero en realidad se quedan en la presunción, o en meros gestos. Sus objetivos siempre estarán encaminados al reclutamiento y hacer dinero.

La secta aparenta ser innovadora y exclusiva. El líder afirma romper con la tradición, ofreciendo algo novedoso, e instituyendo el único sistema viable de cambio que solucionará los problemas de la vida o del mundo. Mientras afirma todo esto, subrepticiamente utiliza la coerción psicológica sobre sus miembros para inhibir su capacidad de examinar la validez de las presunciones del líder y su secta.

Más criterios

Este criterio define otros elementos comunes de los sistemas de coerción psicológica. Basado en el modelo de Robert Jay Lifton, consta de ocho puntos de reforma del pensamiento tal como se usa en una organización sectaria. Son los que siguen:

1. CONTROL DEL MEDIO Limitación de todas o algunas de las formas de comunicación con aquellos ajenos al grupo. Libros, revistas, cartas, y visitas a los amigos son tabú. 'Ven y aíslate'.

2. MANIPULACIÓN MÍSTICA El converso potencial al grupo llega a ser convencido más allá de la duda del elevado propósito, del destino especial del grupo, a través de un profundo encuentro/experiencia. Por ejemplo, a través de un supuesto milagro o palabra profética de aquellos en el grupo.

3. DEMANDA DE PUREZA Un objetivo explícito del grupo es producir cierta forma de cambio, sea a nivel global, social, o personal. 'La perfección sólo será posible si uno permanece con el grupo y se entrega'.

4. CULTO DE CONFESIÓN La poco saludable práctica de exponerse a los miembros del grupo, a menudo en el contexto de una reunión pública, admitiendo pecados pasados e imperfecciones, incluso dudas sobre el grupo y pensamientos críticos acerca de la integridad de los líderes.

5. CIENCIA SAGRADA La perspectiva del grupo es la verdad absoluta y completamente capaz de explicar TODO. La doctrina no está sujeta a mejoras o críticas. La conformidad ABSOLUTA con la doctrina es necesaria.

6. CARGA DE LENGUAJE Un nuevo vocabulario emerge en el contexto del grupo. Los adeptos 'piensan' en parámetros estrechos y muy abstractos, propios de la doctrina del grupo. La terminología previene suficientemente el pensamiento crítico reforzando una mentalidad en 'blanco y negro'. Los clichés y respuestas preparadas introducen prejuicios mentales.

7. DOCTRINA SOBRE LA PERSONA La experiencia previa al grupo y dentro del grupo es interpretada de forma rígida y decisiva por medio de la doctrina absoluta, incluso cuando la experiencia contradice la doctrina.

8. DISPENSIÓN DE LA EXISTENCIA La salvación sólo es posible dentro del grupo. Aquellos que lo abandonen están condenados.

viernes, 4 de abril de 2008

Comprender el Control Mental

El Profesor Steven Hassan, Maestro en Psicología egresado de la Universidad de Cambridge, fue miembro de la secta de los moonies por mucho tiempo. Actualmente tiene 20 años de experiencia como asesor internacional y consejero sobre el tema de las Sectas destructivas.

Hassan define como secta a cualquier grupo (religioso o no) que utilice técnicas de control psicológico para suprimir la personalidad e inhibir el juicio crítico y la libertad de decisión. Establece cuatro criterios para detectar la manipulación mental.

1. Control de la conducta.
2. Control de la información (la que la gente tiene derecho a saber antes de ingresar a un grupo).
3. Control de las ideas.
4. Control de las emociones (Hassan 1997:2).

Su libro "Las técnicas de Control Mental de las Sectas y cómo combatirlas" es una fuente de información excelente para comprender qué es y cómo actúa el Control Mental.

La contraportada del libro dice: "Para todos aquellos que simplemente sienten curiosidad ante la idea del control mental o que piensan que no les puede afectar, este libro constituirá toda una advertencia. Para aquellas personas cuyas vidas se han visto afectadas en forma directa, para sus amigos y familiares, para los profesionales de la salud mental, educadores, sacerdotes, y todo aquel que cumpla tareas de servicio social, será una obra indispensable. Informar al público sobre el fenómeno de las sectas es la mejor de todas las defensas.

Cuando pronuncio una conferencia en alguna universidad o instituto, por lo general desafío a la audiencia con la pregunta:

«¿Cómo pueden saber si están sometidos a control mental?».

Después de unos instantes de reflexión, casi todos comprenden que si uno está bajo control mental, le sería imposible saberlo sin la ayuda de otras personas. Además, uno debería comprender muy bien qué es el control mental.

En la época en que yo estaba sometido a control mental, en realidad no entendía muy bien de qué se trataba. Suponía que el control mental guardaba alguna relación con ser torturado en un sótano húmedo con una luz muy fuerte enfocada directamente a mi rostro. Desde luego, jamás experimenté algo semejante mientras estuve con los Moonies. Siempre que alguien me gritaba llamándome «robot sin cerebro», lo consideraba como parte de la persecución habitual. Me hacía sentir aún más comprometido con el grupo.

En aquellos años, no tenía un marco de referencia para el fenómeno del control mental. No fue hasta el momento de desprogramación que me mostraron exactamente en qué consistía y cómo se aplicaba. Dado que yo era miembro de los Moonies y considerábamos al comunismo como nuestro enemigo, estaba muy interesado en las técnicas que los comunistas chinos empleaban para convertir a sus oponentes durante los años cincuenta. No me resistí, pues, cuando mis consejeros me pidieron que leyera ciertas partes del libro del doctor Robert Jay Liffon Thought Reform and the Psychology of Totalism (La reforma del pensamiento y la psicología del totalismo).1 Dado que el libro había sido publicado en 1961, no podía acusar a Lifton de ser anti-Moon.

Esta obra me fue muy útil para comprender lo que me había sucedido en los Moonies. Aprendí que Lifton había identificado ocho elementos básicos en el proceso de control mental que utilizaban los comunistas chinos. Mis consejeros hicieron hincapié en que al margen de lo maravillosa que pueda ser la causa, o el atractivo de sus miembros, si cualquier grupo empleaba los ocho elementos señalados por Robert Jay Lifton, entonces estaba actuando como un medio de control mental. Por fin, fui capaz de ver que la organización Moon utilizaba los ocho elementos: miIieu control o control de la comunicación dentro de un entorno, manipulación mística o espontáneamente planeada, exigencia de pureza, culto a la confesión, sacralización de la ciencia, simplificación del lenguaje, prioridad de la doctrina sobre la persona y abstracción de la existencia. (Véase una descripción más detallada en el Apéndice.)

Sin embargo, antes de que pudiera abandonar a los Moonies tuve que enfrentarme a unas cuantas preguntas de tipo moral. ¿Tiene el Dios en que yo creo la necesidad de utilizar el engaño y el control mental? ¿Es cierto que el fin justifica los medios? Tenía que preguntarme a mí mismo si los medios determinaban el fin. ¿Cómo podía el mundo convertirse en un paraíso si había que subvertir la libre voluntad de los individuos? ¿Cómo sería el mundo si Moon asumía el poder total? Tras formularme estas preguntas, decidí que ya no podía participar en una organización que utilizaba prácticas de control mental. Abandoné el mundo de fantasía en el que había vivido durante años.

Desde que salí del grupo, he llegado al convencimiento de que millones de personas han estado sujetas a un régimen de control mental sin que ni siquiera se apercibieran de ello. No pasa una semana sin que tenga que hablar con varias personas' que todavía sufren los efectos negativos del control mental. A menudo, les proporciona un gran alivio saber que no están solos y que sus problemas vienen de sus relaciones con el grupo.

Tal vez el principal problema con el que se encuentran quienes han abandonado las sectas destructivas es el desmoronamiento de su propia identidad. Hay una buena razón para que así sea: durante años han vivido con una identidad «artificial» que les ha proporcionado la secta. Aunque el control mental de las sectas es algo de lo que se puede hablar y definir de muchas maneras, creo que se comprende mejor como un sistema que desbarata la identidad del individuo. La identidad está formada por elementos tales como las creencias, el comportamiento, los procesos de pensamiento y las emociones, que constituyen un patrón definitivo. Bajo la influencia del control mental, la identidad original del individuo, formada por la familia, la educación, las amistades y, lo que es más importante, las cosas elegidas libremente por la persona, es sustituida por otra identidad, por lo general una que el individuo no habría escogido si no hubiera estado sometido a una tremenda presión social.

El control mental practicado por las sectas destructivas es un proceso social, a menudo relacionado con grandes grupos de personas que lo refuerzan. Se consigue al rodear al individuo de un entorno social donde, para poder funcionar, debe despojarse de su vieja identidad y apegarse a la nueva identidad deseada por el grupo. Cualquier realidad que pudiera recordarle su identidad original -cualquier cosa susceptible de confirmar su anterior forma de ser- es apartada y reemplazada por la realidad del grupo. Aun en el caso de que, al principio, el individuo sólo simule aceptarla, el acto tarde o temprano llega a ser real. Acepta una ideología totalista que, al ser interiorizada, sustituye a su anterior sistema de valores. Por lo general, el individuo experimenta un cambio radical de personalidad y una drástica interrupción del curso de su vida. Este proceso puede ser activado en unas pocas horas, pero habitualmente necesita días o semanas para consolidarse.

Desde luego, todos nosotros estamos sujetos a diario a diversas presiones sociales, las más evidentes en nuestro trabajo. La presión para que se acepten ciertas normas de comportamiento existe en casi todas las organizaciones. Estamos sometidos constantemente a muchas formas de influencia, algunas de ellas obvias e inofensivas (por ejemplo, los carteles de «Por favor, abróchense los cinturones»), y otras más sutiles y destructivas. Así pues, no puedo aseverar firmemente que cuando utilizo el término «control mental» haga referencia específica al extremo destructivo del espectro. En consecuencia, como ya he recalcado antes, el término «control mental» utilizado en este libro no se aplica a ciertas técnicas (por ejemplo, el biofeedback) que se utilizan para reforzar el control personal y estimular la capacidad de elección. Se referirá, en cambio, sólo a aquellos sistemas que pretenden socavar la capacidad de/individuo para tomar sus propias decisiones. La esencia del control mental consiste en fomentar la dependencia y el conformismo, y desalentar la autonomía y la individualidad.

Aun así, es digno de mencionarse que no siempre el propósito del control mental del grupo es malo. Por ejemplo, hay muchos programas de rehabilitación de drogadictos y delincuentes juveniles que utilizan algunos de estos métodos para destruir la antigua personalidad de adicto o criminal. Pero estos programas, por mucho éxito que tengan, están cargados de peligros. Después de que se ha conseguido «quebrar» a un individuo y se le ha facilitado una nueva identidad, también se le debe restaurar su autonomía y su individualidad, un proceso que depende por completo del altruismo y comportamiento responsable de los directores del grupo. Un programa de rehabilitación de drogadictos, Synanon, al parecer ha orientado sus actividades de tal manera que han sido demandados en numerosas ocasiones por atropellar los derechos más elementales de sus miembros.2

Control mental versus lavado de cerebro

Si bien es importante poseer una comprensión general del control mental, no lo es menos conocer aquello que el control mental no es. Por desgracia, cuando la gente común discute sobre el tema, muchísimas veces se utiliza el término «lavado de cerebro» como sinónimo de «control mental». Sin embargo, hoy en día los dos procesos son muy diferentes y no deben ser confundidos. El control mental no es un lavado de cerebro.

El término «lavado de cerebro» lo acuñó el periodista Edward Hunter en 1951. Lo utilizó para describir cómo los militares estadounidenses capturados en la guerra de Corea cambiaban súbitamente su escala de valores y sus lealtades y creían haber cometido crímenes de guerra inexistentes. Hunter tradujo el término del chino hsi nao, «cerebro lavado».

El lavado de cerebro es típicamente coercitivo. El sujeto sabe desde el primer momento que está en manos del enemigo. Se inicia con una clara demarcación de los respectivos roles -quién es el prisionero y quién el carcelero-, y el prisionero no tiene ninguna alternativa. Los malos tratos, e incluso la tortura, se utilizan normalmente.

Tal vez el caso de lavado de cerebro y control mental más famoso de los últimos tiempos en Estados Unidos sea el de Patricia Hearst, heredera de un imperio periodístico. Patty fue secuestrada en 1974 por el Ejército Simbiótico de Liberación (ESL), una pequeña secta política con métodos terroristas. Encerrada durante semanas en una armario a oscuras, fue privada de alimentos y violada. Posteriormente, pareció convertirse en miembro activo del grupo. No aprovechó las oportunidades que tuvo para escapar y participó en el robo de un banco, delito por el cual fue condenada y encarcelada.

Por desgracia para ella, Patty Hearst fue víctima de un juez y un jurado ignorantes.

El ESL quizá tuvo éxito en el lavado de cerebro de Patty Hearst, pero, en general, el método coercitivo no cuenta un porcentaje de éxitos muy elevado. Tan pronto como el individuo se aleja de sus secuestradores y vuelve al entorno familiar, los efectos tienden a desaparecer. El ESL tuvo éxito con Patty Hearst porque le dieron una nueva identidad como «Tania». La convencieron de que el FBI tenía orden de disparar en cuanto la vieran. Creía que su seguridad estaba en permanecer junto al grupo más que en buscar la liberación.

El lavado de cerebro resulta eficaz para conseguir que se acepten exigencias tales como la firma de una confesión falsa o denuncias contra el gobierno. Los individuos que son coaccionados se avienen a realizar ciertos actos específicos para salvaguardar lo que han hecho. Pero estas nuevas creencias no están por lo general bien interiorizadas, y cuando el prisionero escapa del campo de influencia (y miedo) es capaz, casi siempre, de quitárselas de encima.

El control mental, casi siempre, llamado «reforma del pensamiento», es más sutil y retorcido. Quienes lo practican son considerados como amigos o compañeros, de forma que el sujeto no está tan a la defensiva. Inconscientemente, colabora con sus controladores y les suministra información privada sin saber que la utilizarán en su contra. El nuevo sistema de valores es interiorizado en la estructura de una nueva identidad.

En el control mental hay muy poco o ningún abuso físico. Por contra, los procedimientos hipnóticos se combinan con los de dinámica de grupo para conseguir un fuerte efecto de adoctrinación. El individuo es engañado y manipulado -sin amenaza directa alguna- para que acepte las alternativas ordenadas. Las más de las veces, el individuo responde positivamente a lo que le hacen.

No es buena cosa que los medios de comunicación utilicen la expresión «lavado de cerebro» con tanta ligereza. Evoca imágenes de conversión por la tortura. Quienes están en una secta saben que no han sido torturados, así que piensan que aquellos que les critican son unos mentirosos. Cuando yo era miembro de los Moonies, «sabía» que no me habían lavado el cerebro. Recuerdo, sin embargo, la ocasión en que Moon nos dio una charla en la que dijo que una revista muy popular le acusaba de habernos lavado el cerebro. Sus palabras fueron: «Las mentes americanas son muy sucias, están llenas de egoísmo materialista y de drogas, ¡y necesitan un lavado de cerebro celestial!»3 Todos nos echamos a reír.

Una nota sobre el hipnotismo

Si la expresión «lavado de cerebro» se confunde a menudo con «control mental», también el término «hipnotismo» es muchas veces mal interpretado. El empleo de la palabra «hipnotismo» en varias formas es muy común en nuestras conversaciones habituales (muchas veces decimos cosas como «ella le hipnotizó con su sonrisa»). En realidad, la mayor parte de las personas no entienden muy bien lo que es la hipnosis. Cuando se menciona el término, la primera imagen que acude a la mente es la de un doctor barbudo que balancea de la cadena un viejo reloj de bolsillo ante la cara de una persona a quien se le cierran los párpados. Si bien esta imagen es desde luego un estereotipo, apunta al objetivo central del hipnotismo: el trance. Los individuos que son hipnotizados entran en un estado como trance que es fundamentalmente distinto de la conciencia normal. La diferencia estriba en que en el estado consciente normal, la atención se dirige hacia afuera a través de los cinco sentidos, mientras que en el trance la atención se dirige hacia adentro. Uno escucha, ve y siente internamente. Naturalmente, existen varios grados de trance, que varían desde el leve trance normal de soñar despierto hasta los estados profundos en los cuales el individuo pierde casi por completo la conciencia del mundo exterior y es extremadamente susceptible a las sugestiones que se puedan implantar en su mente.

El hipnotismo está relacionado de muchas maneras con las prácticas de control mental antiético de las sectas destructivas. En muchas de las sectas que se definen como religiosas, lo que a menudo se denomina «meditación» no es más que un proceso por el cual los miembros de la secta entran en trance, momento en el que pueden recibir sugestiones que les harán más receptivos para seguir fielmente la doctrina de la secta. Las sectas no religiosas emplean otras maneras de introducir individual o de grupo. Además, como estar en trance resulta por lo general una experiencia relajante y placentera, la mayor parte de la gente desea entrar de nuevo en trance tantas veces como sea posible. Es importante resaltar que los investigadores psicológicos han establecido clínicamente que las facultades críticas de los individuos disminuyen en el estado de trance. Uno está menos capacitado para evaluar la información recibida en un trance que en un estado normal de conciencia.

La capacidad de la hipnosis para afectar a las personas puede ser considerable. Es posible ponerlas en trance en cuestión de minutos, y realizan entonces proezas notables. Quizás el ejemplo más conocido es aquel en que a un sujeto hipnotizado se le clava una aguja muy larga en el muslo y no siente dolor. A un individuo hipnotizado se le puede hacer bailar como Fred Astaire, tenderse entre dos sillas y adoptar la rigidez de una tabla, comportarse como si tuviera las manos «pegadas» a los costados, y cosas por el estilo. Si puede lograrse que realicen semejantes hazañas, lograr que los sujetos hipnotizados crean que forman parte de unos «pocos escogidos» también es fácil de conseguir.

Por lo general, las sectas destructivas inducen el trance en sus miembros a través de largas sesiones de adoctrinamiento. Las repeticiones y el forzar la atención son buenos medios para la inducción de un trance. Si observamos a un grupo en esa puesta en escena, es fácil distinguir cuándo se ha conseguido el trance. Los presentes parpadean y tragan con lentitud, y sus expresiones faciales se relajan y adoptan una actitud vacía y neutra. Con los individuos en semejante estado, los líderes sin escrúpulos pueden implantarles creencias irracionales. Yo he visto a personas de una gran fuerza de voluntad que hipnotizados hacían cosas que normalmente no habrían hecho jamás.

Algunos principios básicos de psicología social y dinámica de grupo

La experiencia política de la segunda guerra mundial, en la que miles de individuos en apariencia normales tomaron parte en proyectos tales como el mantenimiento de lós campos de concentración donde millones de seres humanos fueron asesinados, despertó un considerable interés entre los psicólogos.4 ¿Cómo fue posible que gente que llevaba una vida ordinaria antes de que Adolf Hitler se hiciera con el poder de Alemania, participara en un intento deliberado de exterminar a todo un grupo humano? Desde el final de aquel conflicto, se han realizado miles de experimentos de psicología social que han permitido descubrir las diversas maneras de influir en las personas, ya sea en grupos o individualmente. El resultado neto de estos estudios ha sido la bien comprobada demostración del enorme poder de las técnicas de modificación del comportamiento, la conformidad generalizada y la obediencia a la autoridad. Estos tres factores son conocidos en términos psicológicos como «procesos de influencia». Uno de los descubrimientos más notables de la psicología social es que en nuestros intentos por encontrar la respuesta más apropiada a la situación social, a veces respondemos con información que recibimos de forma inconsciente.

Por ejemplo, una clase de estudiantes de psicología «conspiró» para emplear las técnicas de modificación de comportamiento con su profesor. Mientras éste les dictaba la clase, los estudiantes sonreían y se mostraban atentos cuando él se movía hacia la izquierda de la habitación. Cuando se movía hacia la derecha, adoptaban un aire de aburrimiento y de falta de atención. Al cabo de poco, el profesor comenzó a desplazarse siempre hacia la izquierda, y después de unas cuantas clases daba sus explicaciones apoyado en la pared izquierda.

Y ahora llegamos al punto clave: cuando los estudiantes hicieron partícipe de la broma al profesor, éste insistió en que nada de esto había sucedido, que le estaban tomando el pelo. No le parecía extraño que se apoyara en la pared, y declaró enojado que era su estilo personal de dar las clases, algo que había escogido por su propia voluntad. Era del todo inconsciente de cómo había sido influido.

Desde luego, en circunstancias normales, la gente de nuestro entorno no está conspirando en secreto para hacernos algo. Simplemente actúan más o menos de la forma en que han sido culturalmente condicionados a actuar, lo que a su vez nos condiciona a nosotros. Ésta es la manera, después de todo, en que una cultura se perpetúa a sí misma. En una secta destructiva, sin embargo, el proceso de modificación del comportamiento se monta alrededor de los nuevos reclutas, que por supuesto no tienen ni la menor idea de lo que está pasando.

Si las técnicas de modificación del comportamiento son poderosas, también lo son las influencias de conformidad y obediencia a la autoridad. Un conocido experimento de conformidad realizado por el doctor Solomon Asch5 demostró que los individuos dudan de sus propias percepciones si son colocados en una situación social donde parece que las personas en las que más confía el grupo dan la respuesta equivocada a una pregunta. Otro psicólogo, Stanley Milgram, descubrió en unas pruebas de obediencia a la autoridad que más del 90 % de los sujetos examinados obedecían las órdenes aunque creyeranque al hacerlo causarían así sufrimientos físicos a otra persona. Milgram escribió: «La esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona llega a verse a sí misma como el instrumento que realiza los deseos de otra persona, y en consecuencia no se considera ya responsable de sus propias acciones».6

Los cuatro componentes del control mental

Está claro que no se puede comenzar a entender el control mental sin reconocer el poder de las técnicas de modificación del comportamiento, así como de las influencias de la conformidad y la obediencia a la autoridad. Si tomamos estos presupuestos de la psicología social como punto de partida, nos será posible identificar los componentes básicos del control mental. A mi modo de ver, el control mental puede entenderse en su mayor parte mediante el análisis de los tres componentes descritos por el psicólogo Leon Festinger, en lo que se conoce como la «teoría de la disonancia cognoscitiva».7 Estos componentes son: control del comportamiento, control del pensamiento y control de las emociones.

Cada componente tiene un poderoso efecto sobre los otros dos: si modificamos uno, los otros dos se modificarán. Si conseguimos cambiar los tres, desaparecerá el individuo. Sin embargo, como resultado de mis experiencias en la investigación de las sectas destructivas, he añadido un cuarto componente que es vital: el control de la información. Si alguien controla la información que recibe un individuo, restringe su libre capacidad para pensar por sí mismo. Yo llamo a estos factores los cuatro componentes del control mental. Y sirven como puntos de referencia básicos para comprender cómo funciona el control mental.

La teoría de la disonancia cognoscitiva no es algo tan intrincado como parece indicar su nombre. En 1950, Festinger resumió el principio básico de la siguiente manera: «Si usted cambia el comportamiento de un individuo, sus pensamientos y sentimientos se modificarán para minimizar la disonancia».8

¿Qué quiere decir Festinger con «disonancia»? En palabras sencillas, se refiere al conflicto que se plantea cuando un pensamiento, un sentimiento o un comportamiento es alterado en oposición a los otros dos. Un individuo puede tolerar sólo una cierta discrepancia entre sus pensamientos, sentimientos y acciones, que en definitiva son los diferentes componentes de su identidad. La teoría de Festinger propone, y numerosas investigaciones han venido a darle la razón, que si uno cualquiera de estos tres componentes se modifica, los dos restantes cambiarán para reducir la disonancia.

¿Cómo se aplica este tipo de «cambio» al comportamiento de los individuos que están en una secta? Festinger buscó un lugar donde contrastar sus ideas en el mundo real. En 1956 escribió un libro, When Prophecy Faik [Cuando falla la profecía], sobre una secta de Wiscosin que creía en los platillos volantes y cuyo líder había predicho el fin del mundo. El líder de la secta afirmaba estar en contacto mental con alienígenas de otro planeta. Los seguidores vendieron sus casas y repartieron el dinero, y en la fecha señalada esperaron durante toda la noche, en la ladera de una montaña, la llegada de los platillos volantes que debían recogerles antes de que a la mañana siguiente un diluvio arrasara el mundo.

Cuando llegó la mañana sin que los platillos volantes hubieran hecho acto de presencia, ni tampoco el diluvio (sólo un torrente de artículos en los periódicos que se burlaban de la secta), se podría suponer que los seguidores estarían desilusionados y enojados. Unos pocos reaccionaron así (miembros marginales que no llevaban mucho tiempo en la secta), pero la mayoría de los adeptos estaban más convencidos que nunca. El líder proclamó que los alienígenas habían sido testigos de su vigilia y su fe y habían decidido perdonar a la Tierra. Los miembros se sintieron más unidos con su líder después de realizar una dramática demostración pública, que acabó en humillación pública.

La teoría de la disonancia cognoscitiva explica por qué se produjo esa mayor identificación. De acuerdo con Festinger, el individuo necesita mantener un orden y un sentido en su vida. Necesita pensar que actúa de acuerdo con su propia imagen y sus propios valores. Si por cualquier motivo su comportamiento cambia, también cambian su propia imagen y sus valores para mantener el equilibrio. Lo importante es saber que las sectas crean deliberadamente las disonancias entre sus adeptos y las utilizan para controlarlos.

Examinemos ahora con un poco más de detalle cada uno de los componentes del control mental.

Control del comportamiento

El control del comportamiento es la regulación de la realidad física del individuo. Incluye el control de su entorno -el lugar donde vive, qué ropas viste, qué come, cuántas horas duerme-así como su trabajo, rituales y otras acciones que realiza.

La necesidad de tener el control del comportamiento es la razón por la cual la mayoría de las sectas prescriben unos horarios muy rígidos a sus miembros. Cada día, una parte importante del tiempo se dedica a los rituales de la secta y a las actividades de adoctrinamiento. También es habitual que a los miembros se les asigne el cumplimiento de unas metas y tareas específicas, lo que restringe su tiempo libre y su comportamiento. En la secta destructiva siempre hay algo que hacer.

En algunos de los grupos más restrictivos, los miembros tienen que solicitar el permiso de los líderes para casi todo. En otros, el individuo es tan económicamente dependiente que sus opciones de comportamiento se reducen de forma automática. El miembro ha de pedir el dinero para el billete de autobús, la ropa o la visita médica, opciones que todos nosotros damos por supuestas. Debe pedir permiso para llamar por teléfono a un amigo o pariente que no esté en el grupo, y se ve obligado a dar cuenta de su actividad a todas horas del día. Así, el grupo controla las riendas del comportamiento, y en consecuencia las del pensamiento y las emociones.

A menudo, el comportamiento se controla mediante la exigencia de que cada uno actúe como grupo. En muchas sectas, las personas comen juntas, trabajan juntas, tienen reuniones de grupo y, en ocasiones, duermen juntas en la misma habitación. Se trata de desalentar el individualismo. A veces se le asigna a la persona un «compañero» que no se aparte de ella, o bien es ubicada en un grupo más reducido de media docena de miembros.

Por lo general, la cadena de mando en las sectas es autoritaria, y fluye desde el líder a través de sus lugartenientes hasta los sublíderes, y de allí a los miembros de base. En un entorno tan bien regulado, todos los comportamientos pueden ser premiados a castigados. Esto sirve a la jerarquía para mantener a sus adeptos fuera de equilibrio. Si un individuo se porta bien, recibirá las alabanzas públicas de sus jefes y tal vez premios o una promoción. Si el individuo no observa un comportamiento correcto, se le acusará y criticará públicamente y se le obligará a realizar tareas domésticas como limpiar los lavabos o lustrar los zapatos de los demás miembros.

Otras formas de castigo pueden incluir el ayuno «voluntario», las duchas con agua helada, permanecer una noche entera de vigilancia, o algunos trabajos de penitencia. Una persona que participe activamente en su propio castigo llegará a creer que lo tiene merecido.

Cada grupo en particular tiene su propia serie de comportamientos rituales que fortalecen su cohesión. Estos tanto pueden incluir particularidades en el lenguaje, posturas o expresiones faciales, como también las formas más tradicionales de representar las creencias de la secta. En los Moonies, por ejemplo, seguíamos muchas costumbres orientales como descalzarnos cuando entrábamos en un centro Moonie, sentarnos sobre los talones y hacer una reverencia cuando saludábamos a los miembros de mayor edad. Practicar estas pequeñas cosas nos ayudaban a sentirnos especiales.

Si un individuo no se comporta con el suficiente «entusiasmo», puede ser llamado por un líder y acusado de conducta egoísta o impura, o de no esforzarse lo bastante. Se le exigirá que emule a un miembro más antiguo del grupo, incluso hasta el extremo de imitar el tono de su voz. La lección más importante que deben aprender es la obediencia a las órdenes del líder. Los líderes no pueden mandar en los pensamientos íntimos de un adepto, pero saben que si gobiernan su comportamiento, el corazón y la mente vendrán a continuación.

Control del pensamiento

El control del pensamiento, el segundo componente de importancia en el control mental, incluye un adoctrinamiento tan profundo de los miembros que éstos interiorizan la doctrina del grupo, incorporan un nuevo sistema de lenguaje, y utilizan técnicas de interrupción del pensamiento para mantener las mente «centrada». A fin de ser un buen miembro, la persona debe aprender a manipular sus propios procesos de pensamiento.

En las sectas totalísticas, la ideología es interiorizada como «la verdad», el único «mapa» de la realidad. La doctrina no sólo sirve para filtrar la información que se recibe sino también para regular cómo se debe pensar sobre esta información. Por lo general, la doctrina, que es absolutista, lo divide todo en «blanco contra negro», «nosotros contra ellos». Todo lo que es bueno está representado por el líder y el grupo. Todo lo que es malo se halla en el exterior. Una gran parte de las sectas totalísticas afirman que sus doctrinas están científicamente probadas. La doctrina se proclama capaz de responder a todas las cuestiones planteadas por cualquier problema o situación. El adepto no necesita pensar por su cuenta porque la doctrina piensa por él.

Es habitual que una secta destructiva cuente con su propio «lenguaje simplificado» de palabras y expresiones. Dado que el lenguaje suministra los símbolos que utilizamos para pensar, controlar ciertas palabras ayuda a controlar el pensamiento. Muchos grupos sintetizan situaciones complejas, las etiquetan, y después las convierten en frases hechas de la secta. Estas etiquetas, que son la expresión verbal del lenguaje simplificado, gobiernan la manera de pensar en cualquier situación.

En los Moonies, por ejemplo, siempre que uno tenía dificultades para relacionarse con alguien que estuviera por encima o por debajo en la jerarquía de la secta, se decía que era un «problema Cain-Abel». No importaba quién estuviera involucrado o de qué problema se tratara, era simplemente un «problema Cain-Abel».

El término en sí mismo dictaba cómo debía resolverse el problema. Cain tenía que obedecer a Abel y seguirle, en vez de asesinarle como estaba escrito en el Antiguo Testamento. Caso cerrado. Pensar de otra manera habría sido obedecer el deseo de Satanás de que el malvado Cain prevaleciera sobre el honrado Abel. Un pensamiento crítico acerca de un mal paso del líder no podía atravesar este bloqueo en la mente de un buen adepto.

Las frases hechas dé la secta, o lenguaje simplificado, también levantan una pared invisible entre los creyentes y los advenedizos. El lenguaje ayuda a que los miembros se sientan especiales y distintos de las personas comunes. También sirve para confundir a los recién llegados, que querrán entender de qué están hablando los miembros, y a que piensen que sólo tienen que esforzarse más en el estudio para poder «comprender» la verdad. En realidad, al incorporar el lenguaje simplificado, lo que aprenden es a no pensar. Aprenden que comprender significa creer.

Otro punto clave del control del pensamiento se basa en entrenar a los miembros para que bloqueen cualquier información que sea crítica con el grupo. Los mecanismos de defensa típicos del individuo son reorientados para que defiendan la nueva identidad que le ha proporcionado la secta contra la antigua identidad original. La primera línea de defensa incluye la negación («Lo que usted dice no ocurre en absoluto»), la racionalización («Esto ocurre porque hay una razón muy buena para que así sea»), la justificación («Esto sucede porque tenía que ser así»), y el deseo intelectual («Me gustaría que fuese verdad, así que tal vez lo es»).

Si la información transmitida a un miembro de la secta es interpretada como un ataque al líder, a la doctrina o al grupo, se levanta un muro de hostilidad. Los miembros están entrenados para no aceptar ninguna crítica. Se le ha explicado con anterioridad que las criticas son «las mentiras que sobre nosotros pone Satanás en la mente de las personas», o que son «las mentiras que la conspiración mundial imprime en lo periódicos para desacreditamos, porque saben que estamos por encima de ellos». Aunque resulte paradójico, las críticas al grupo confirma que el punto de vista de la secta acerca del mundo es correcto. La información que reciben no se interpreta correctamente.

Tal vez el método que más se emplea y que resulta más efectivo para controlar los pensamientos de los miembros, es el de los rituales de interrupción del pensamiento.9 Se enseña a los miembros a que interrumpan el pensamiento por sí mismos. Les dicen que les ayudará a desarrollarse o a ser más eficaces. Cuando el miembro de una secta empieza a tener un «mal» pensamiento, utiliza la interrupción del pensamiento para ahogar el «negativismo» y centrarse a sí mismo. Así aprende a aislarse de cualquier cosa que amenace su realidad.

Los diferentes grupos emplean técnicas distintas para interrumpir el pensamiento: concentrarse en la oración, entonar cánticos en voz alta o mentalmente, meditar, «hablar en lenguas», cantar o tararear. Estas acciones, muchas de ellas habituales por su valor y utilidad, son pervertidas en las sectas destructivas. Se convierten en algo mecánico porque el individuo está programado para activarías al primer síntoma de duda, ansiedad o incertidumbre. En cuestión de semanas, la técnica se vuelve innata, se hace automática. De hecho, el individuo a veces ni siquiera se da cuenta de que ha tenido un «mal» pensamiento. Sólo advierte que de pronto se ha puesto a cantar o ritualizar. Mediante la utilización de la interrupción del pensamiento, los miembros piensan que se están desarrollando cuando en realidad sólo se están convirtiendo a sí mismos en adictos. Después de abandonar una secta que emplea exhaustivamente las técnicas de interrupción del pensamiento, la persona atraviesa un difícil proceso de readaptación antes de poder superar el hábito.

La interrupción del pensamiento es la forma más directa para cortocircuitar la capacidad de un individuo para aquilatar la realidad. Además si alguien es capaz de pensar sólo cosas positivas sobre su participación en el grupo, resulta evidente que está enganchado. Puesto que la doctrina es perfecta y el líder también lo es, cualquier problema que surja es asumido como una falta del miembro individual, que aprende a culparse a si mismo y a trabajar con mas ahínco.

El control mental puede bloquear efectivamente cualquier sentimiento que no se corresponda con la doctrina del grupo. También sirve para mantener al miembro de la secta trabajando como un esclavo obediente. En todo caso, cuando los pensamientos son controlados, el comportamiento y los sentimientos también están controlados.

Control emocional

El tercer elemento del control mental, el control emocional, intenta manipular y reducir el alcance de los sentimientos del individuo. El miedo y la culpa son las herramientas necesarias para mantener a la gente bajo control. La culpa es, con toda probabilidad, el arma emocional más sencilla y eficaz que existe para conseguir la conformidad y la sumisión. La culpa histórica (por ejemplo, el hecho de que Estados Unidos lanzara la bomba atómica sobre Hiroshima), la culpa de identidad (por ejemplo, un pensamiento del tipo «No vivo de acuerdo con mi potencial»), la culpa por acciones del pasado (por ejemplo, «Hice trampas en el examen») y la culpa social (por ejemplo, «Hay gente que muere de hambre») pueden ser explotadas por los líderes de las sectas destructivas. Sin embargo, la mayor parte de los miembros de una secta no pueden ver que utilizan la culpa y el miedo para controlarlos. Están tan condicionados a culparse siempre a si mismos que responden con gratitud cada vez que el líder les señala uno de sus «defectos».

El miedo se utiliza para aprisionar a los miembros del grupo de dos maneras. La primera es la creación de un enemigo exterior que te persigue: el FBI te meterá en la cárcel o te matará, Satanás te llevará al infierno, los psiquiatras te aplicarán electroshocks, miembros armados de las sectas rivales te dispararán ó te torturarán, y, desde luego, los desprogramadores. La segunda es el terror a ser descubierto y castigado por los líderes. El miedo a lo que podría sucederte si no haces bien tu trabajo puede ser muy eficaz. Algunas sectas proclaman que el holocausto nuclear o cualquier otra catástrofe sería el resultado de la indisciplina o la negligencia en el compromiso de los miembros.

Para poder controlar a alguien a través de sus emociones, a menudo hay que redefinir sus sentimientos. La felicidad, por ejemplo, es una sensación que todo el mundo desea. Sin embargo, si la felicidad se define como estar cerca de Dios, y Dios no es feliz (como aparentemente sucede en muchas sectas religiosas), entonces la única manera de ser feliz es ser desgraciado. En consecuencia, la felicidad consiste en sufrir para poder estar más cerca de Dios. Tal idea aparece también en algunas teologías ajenas a las sectas, pero en éstas es una herramienta para la explotación y el control.

En algunos grupos, la felicidad estriba en seguir las órdenes del líder, en reclutar el máximo número de individuos o en donar una buena cantidad de dinero. La felicidad se define como el sentido de comunidad que brinda la secta a todos aquellos que disfrutan de una buena posición.

La lealtad y la devoción son, entre todas las emociones, las más respetadas. Los miembros no están autorizados a sentir o expresar emociones negativas, excepto hacia los foráneos. Se les enseña que nunca han de experimentar sentimientos hacia su propia persona o sus propias necesidades, sino que deben pensar siempre en el grupo, sin quejarse jamás. No podrán nunca criticar al líder, pero en cambio deberán criticarse a sí mismos.

Muchas sectas ejercen un control total sobre las relaciones interpersonales. Los líderes pueden decir y dicen a los adeptos que deben evitar a ciertos miembros o que deben pasar más tiempo con otros. Algunos llegan incluso a «recomendar» a los miembros con quién han de casarse, y controlan toda su relación, incluyendo su vida sexual. Hay sectas en las que se pide a los seguidores que nieguen o supriman sus sentimientos sexuales, lo cual se convierte en una fuente de frustración contenida que puede ser canalizada hacia otras salidas, como por ejemplo trabajar con más ahínco. Pero otros grupos, en cambio, exigen la sexualidad, y al miembro que se contiene le hacen sentir egoísta. De una manera u otra, el grupo ejerce el control emocional.

A menudo, se mantiene a los individuos en constante desequilibrio. En un momento dado se les alaba, y al siguiente son insultados. Este mal uso de las técnicas de modificación del comportamiento -recompensa y castigo- crea una sensación de dependencia e indefensión. En algunas sectas, un día puedes estar haciendo relaciones públicas vestido con traje y corbata ante las cámaras de televisión, y al día siguiente estar en otra provincia relegado a hacer trabajos manuales como castigo por algún pecado imaginario.

La confesión de antiguos pecados o de actitudes equivocadas es también un recurso poderoso para lograr el control emocional. Lo cierto es que una vez confesado públicamente, en contadas ocasiones se perdona o se olvida de verdad el antiguo pecado. En el instante en que uno se aparte de la fila, se sacará de nuevo a la luz y se utilizará para manipular al adepto y conseguir su obediencia. Cualquiera que se encuentre en una sesión confesional de una secta debe recordar esta advertencia: cualquier cosa que diga es susceptible de ser y será utilizada en su contra. Este ardid puede llegar incluso al chantaje si no abandona la secta.

La técnica más efectiva para el control emocional es la implantación de fobias, ya mencionada en el capítulo 3. Con ella se consigue que los individuos experimenten una reacción de pánico al pensar en marcharse: sudores, palpitaciones, intensos deseos de evitar la posibilidad. Les dicen que si se marchan se encontrarán perdidos e indefensos en medio de los más terribles horrores; se volverán locos, les asesinarán, se convertirán en drogadictos o se suicidarán. Ejemplos de casos semejantes se narran continuamente tanto en las conferencias como a media voz en los corrillos informales. Es casi imposible que un miembro adoctrinado de una secta llegue a sentir que encontrará alguna seguridad fuera del grupo.

Cuando los líderes de las sectas declaran en público: «Los miembros son libres de marcharse cuando les parezca: la puerta está abierta», dan la impresión de que los miembros son libres de escoger y que sencillamente prefieren quedarse. Sin embargo, los' miembros tal vez no dispongan de la posibilidad real de escoger, porque se les ha adoctrinado para tener fobia al mundo exterior. Las fobias inducidas eliminan la posibilidad psicológica de que un individuo decida abandonar el grupo simplemente porque no es feliz o porque desea hacer otra cosa.

Si las emociones de una persona caen bajo el control de un grupo, acto seguido lo harán sus pensamientos y su comportamiento.

Control de la información

El control de la información es el último componente del control mental. La información es el combustible que utilizamos para que nuestra mente funcione correctamente. Niéguele a un individuo la información que necesita para emitir un juicio acertado y será incapaz de hacerlo. La gente permanece atrapada en las sectas destructivas porque no sólo se le niega el acceso a una información crítica sino que además ha sido despojada del mecanismo interno necesario para procesaría. El control de la información tiene un impacto tan dramático como devastador.

En muchas sectas totalísticas, los adeptos cuentan con un mínimo acceso a los periódicos, revistas y programas de radio y televisión ajenos a la secta. Esto se debe en parte a que están tan ocupados que no disponen de tiempo libre. Cuando leen, por lo general se trata de libros o folletos de propaganda editados por la secta, o de material que ha sido censurado para «ayudar» a los miembros a que se mantengan centrados.

El control de la información también se extiende a todas las relaciones. No se permite a los miembros que discutan entre si nada que sea crítico respecto al líder, la doctrina o la organización. Los adeptos se espían los unos a los otros e informan a los líderes de las actividades incorrectas o de los comentarios. A los nuevos conversos no se les permite que mantengan conversaciones entre sí sin la presencia de un miembro más antiguo que les vigile. Lo más importante es que se les exige que eviten todo contacto con los ex miembros o con quienes se muestran críticos. Se deben alejar sobre todo de la gente que podría facilitarles la mayor cantidad de información. En algunas sectas se llega incluso a leer la correspondencia de los miembros y a escuchar sus conversaciones telefónicas.

Por lo general, la información es fragmentada para que los miembros no obtengan un panorama global. En las grandes sectas, se informa a los adeptos únicamente de aquello que «necesitan saber» para realizar sus trabajos. Así, un miembro de otra ciudad no tiene por qué saber necesariamente que en otro lugar se ha tomado una importante decisión legal, que en la prensa han aparecido comentarios críticos o que una discusión interna está creando desavenencias en el grupo. Los miembros creen, por supuesto, que saben mucho más sobre las actividades del grupo que los extraños, pero al asesorar a ex miembros he descubierto que a menudo son ellos los que menos saben.

Las sectas destructivas también controlan la información mediante la creación de muchos niveles de «verdad». Las ideologías de las sectas tienen doctrinas «exteriores» y doctrinas «interiores». El material exterior es propaganda relativamente suave destinada al público en general o a los nuevos adeptos. Las doctrinas interiores se van desvelando sólo a medida que aumenta el compromiso del individuo con el grupo.

Por ejemplo, los Moonies siempre han declarado en público que son pro americanos y que están a favor de la democracia y la familia. Los Moonies eran pro americanos porque deseaban lo que creían mejor para Estados Unidos: convertirlo en una teocracia bajo el mando de Moon. Pensaban que la democracia había sido instituida por Dios para conceder a la Iglesia de la Unificación un lugar donde organizar una dictadura teocrática. Eran partidarios de la familia porque creían que la «verdadera» familia de todos los seres humanos estaba formada por Moon, su esposa y sus hijos espirituales. Sin embargo, la doctrina interior era -y todavía es- que Estados Unidos es inferior a Corea y debe por tanto someterse a ella, que la democracia es un sistema disparatado que «Dios está eliminando»,'0 y que los individuos deben ser aislados de sus familias «físicas» (en opción a las «espirituales») si son criticas respecto de las sectas.

Un adepto puede creer sinceramente que las doctrinas exteriores no son mentiras, sino tan sólo un nivel diferente de verdad. Al crear un entorno donde la verdad tiene múltiples niveles, los líderes de las sectas consiguen que al individuo le resulte imposible efectuar una valoración final objetiva. Si plantea problemas, le dicen que no es todavía lo bastante maduro para conocer la verdad íntegra, pero que dentro de poco quedará todo muy claro. Si trabaja con entusiasmo, ganará el derecho a conocer los niveles más altos de la verdad.

Pero hay muchos «niveles interiores». A menudo, un miembro avanzado que cree que lo sabe todo aún se encuentra a varios niveles del centro. A los preguntones que insisten en saberlo todo y además enseguida, naturalmente, son reorientados hacia una meta externa hasta que se tranquilizan.

Control del comportamiento, control del pensamiento, control emocional y control de la información: cada una de estas formas de control tiene un gran poder e influencia sobre la mente humana. Juntas, constituyen una red totalística que puede manipular incluso a las personas de gran fortaleza mental. De hecho, son precisamente los individuos con mayor capacidad mental quienes más se comprometen y más entusiastas se muestran con las sectas.

No hay ningún grupo que haga todo lo que se describe en este capítulo. He procurado citar sólo las prácticas más comunes y que más se aplican en cada componente del control mental. Existen otras prácticas que seguramente se aplican en determinadas sectas, pero no las he incluido.

Hay prácticas que encajan en más de una de estas categorías. Por ejemplo, ciertos grupos cambian el nombre de sus adeptos para acelerar el proceso de formación de la nueva «identidad de secta». Esta técnica puede catalogarse en cualquiera de las cuatro categorías.

Existen muchas variaciones entre las sectas. Por ejemplo, algunos grupos realizan abiertamente la implantación de fobias; otros son muy sutiles. Lo más importante es el efecto global en el individuo. ¿Tiene o no el control de sus decisiones vitales? La única manera de saberlo es darle la oportunidad de reflexionar, de tener acceso a toda la información, de saber que tiene libertad para abandonar el entorno.

Los tres pasos para conseguir el control de la mente

Una cosa es ser capaz de identificar los cuatro componentes del control mental, pero otra muy distinta es saber cómo se utilizan en la práctica para cambiar el comportamiento de las personas confiadas. A primera vista, los tres pasos del proceso para conseguir el control de la mente parecen bastante sencillos. Yo lo denomino descongelación, cambio y congelación.

Este modelo de tres pasos fue deducido a finales de los años cuarenta de un trabajo de Kurt Lewin,11 y fue descrito en el libro de Edgar Schein Coercive Persuasion [Persuasión coercitiva].12 Schein, al igual que Lifton, también estudió los programas de lavado de cerebro en la China de Mao Tse-Dong a finales de los cincuenta. Su libro, basado en las entrevistas con antiguos prisioneros estadounidenses, es un valioso estudio del proceso. Sus tres etapas conceptuales se aplican igual de bien al control mental no coercitivo como al lavado de cerebro. De acuerdo con su descripción, el descongelamiento consiste en destruir las defensas del individuo, el cambio es el proceso de adoctrinamiento, y la congelación es el proceso de formación y reforzamiento de la nueva identidad.

Las sectas destructivas actuales cuentan con la ventaja de treinta años de investigaciones y técnicas psicológicas desarrolladas desde los tiempos de Mao, con lo cual sus programas de control mental son mucho más efectivos y peligrosos. Los procesos hipnóticos, por ejemplo, han adquirido mucha más importancia en el moderno control mental. Además, las sectas destructivas actuales son más flexibles en sus planteamientos. Están preparadas y son capaces de cambiar su forma de abordar a una persona para adaptarse al perfil psicológico específico del individuo, mediante la utilización del engaño y un lenguaje básico muy elaborado, o el empleo de técnicas como la interrupción del pensamiento y la implantación de fobias.

Examinemos con más detenimiento este modelo de tres etapas para ver cómo el programa va creando paso a paso a un bien disciplinado miembro de una secta destructiva.

La descongelación

Para predisponer a una persona para un cambio radical, lo primero es perturbar su realidad. Sus adoctrinadores deben desorientarlo. Sus marcos de referencia para comprenderse a sí mismo y a su entorno deben ser cuestionados y destrozados. Cambiar su visión de la realidad abatirá sus defensas naturales contra los conceptos que desafían su realidad.

Hay muchísimos métodos para conseguir el descongelamiento. Desorientar psicológicamente a una persona puede resultar muy efectivo. Privarle del sueño es una de las técnicas más comunes y más eficaces para quebrar su resistencia. Además, el cambio de las dietas alimenticias y de los horarios de comida también puede producir un efecto de desorientación. Algunas sectas utilizan dietas bajas en proteínas y alto contenido de azúcar, o una alimentación escasa durante períodos prolongados, para minar la estabilidad del individuo. La descongelación se consigue más fácilmente en un entorno controlado por completo como en una casa aislada, pero también en lugares mucho más accesibles como el salón de un hotel.

Los procedimientos hipnóticos constituyen otra eficaz herramienta para descongelar a un individuo y burlar sus mecanismos de defensa. Una técnica hipnótica particularmente efectiva se basa en el uso deliberado de la confusión para inducir el estado de trance. La confusión es el resultado habitual de presentar de forma congruente cualquier información contradictoria. Por ejemplo, si el hipnotizador dice con un tono de voz autoritario: «Cuanto más intente comprender lo que les digo, menos capaces serán de comprenderlo. ¿Me comprenden?». El resultado es un estado de confusión temporal. Si lo repite una y otra vez puede que al final tenga sentido. Sin embargo, si a un individuo se le mantiene durante el tiempo suficiente en un entorno controlado, y se le hace escuchar un lenguaje que le desorienta y una información que le confunde, lo más normal es que acabe por suspender su juicio crítico y se adapte a lo que él cree que los demás están haciendo. En un entorno así, la tendencia observada en la mayoría de la gente es la de dudar de sí mismos y seguir al grupo.

La sobrecarga sensorial, lo mismo que la privación de sensaciones, también consigue desequilibrar por completo a una persona y hacerla más abierta a la sugestión. Un individuo puede ser bombardeado con datos de una fuerte carga emocional a un ritmo superior al que puede digerir. El resultado es una sensación de estar desbordado. La mente se pone en punto muerto y deja de evaluar los datos que recibe a raudales. El recién llegado puede pensar que esto es algo que ocurre espontáneamente en su interior, pero es el grupo quien lo ha estructurado así de forma intencionada.

Otras técnicas hipnóticas, como el vínculo doble, 13 pueden también utilizarse para ayudar a descongelar el sentido de la realidad de un individuo. El doble vínculo fuerza a la persona a realizar lo que desea el controlador manteniendo la ilusión de que puede elegir. Por ejemplo, el líder de una secta puede proclamar: «Todos aquellos que tienen dudas acerca de lo que les digo, deben saber que soy yo quien coloca esas dudas en su mente, para que sepan sin lugar a dudas que soy yo el verdadero maestro». El individuo puede creer o no las palabras del líder, pero las dos posibilidades están cubiertas.

Veamos otro ejemplo del doble vínculo: «Si usted admite que hay cosas en su vida que no funcionan, entonces, si no participa en el seminario, le está dando a esas cosas el poder para que controlen su vida». En otras palabras, el mero hecho de estar allí demuestra que es incapaz de decidir si se queda o se va.

Ejercicios tales como las meditaciones guiadas, las confesiones personales, las sesiones de rezos, los ejercicios gimnásticos vigorosos, e incluso el cantar en grupo, también facilitan la descongelación. Es típico que estas actividades comiencen de forma inocente, pero poco a poco se vuelven más intensas e intencionada conforme progresa el taller de trabajo o el seminario. Casi siempre son realizadas en grupos, lo que implica la falta de intimidad y frustra la necesidad del individuo de estas a solas, pensar y reflexionar.

En esta etapa del descongelamiento, a medida que los sujetos se debilitan, la mayor parte de las sectas les bombardean con la idea de que tienen graves defectos: son incompetentes, están enfermos mentalmente o su espiritualidad es nula. Cualquier problema que sea importante para el individuo, como el bajo rendimiento en los estudios o en el trabajo, el exceso de peso o las dificultades en sus relaciones personales, son exagerados hasta el infinito para probar que uno no vale nada. Algunas sectas pueden ser bastante virulentas en sus ataques personales, llegando con frecuencia a la humillación delante de todo el grupo.

Una vez que la persona se hunde, está lista para la segunda fase.

El cambio

El cambio consiste en imponer una nueva identidad personal -una nueva serie de comportamientos, pensamientos y emociones- para llenar el vacío dejado por la desaparición de la identidad anterior. El adoctrinamiento de esta nueva personalidad se realiza tanto formal (en seminarios y rituales) como informalmente (en compañía de otros miembros, con lecturas y audiciones de grabaciones y vídeos). Muchas de las técnicas utilizadas en la fase de descongelación son también aplicadas en ésta.

La repetición, la monotonía y el ritmo: he aquí las tres adormecedoras cadencias hipnóticas a través de las cuales se realiza normalmente el adoctrinamiento. Los datos se repiten una y otra vez. Si los conferenciantes tienen una preparación más seria, varían en algo sus charlas para mantener la atención, pero el mensaje es siempre el mismo.

Durante la fase de «cambio», todas estas repeticiones se centran en unos cuantos temas básicos. Se les dice a los novicios lo malo que es el mundo, y que los no iluminados no saben cómo arreglarlo. Esto es así porque la gente común carece del nuevo «entendimiento» que ha traído el líder. El líder es la única esperanza para conseguir una felicidad duradera. A los reclutas les dicen: «Tu personalidad es la que te impide experimentar plenamente la nueva verdad». Tus "viejos conceptos" son los que te mantienen sujeto. Tu mente "racional" te impide acercarte a este fantástico progreso. Ríndete. Déjate ir. Ten fe».

Los comportamientos se moldean al principio de forma sutil, después con más determinación. El material que servirá para construir la nueva identidad se suministra gradualmente, pieza a pieza, y sólo se aumenta el ritmo cuando se considera que el sujeto está preparado para asimilarlo. La regla elemental es: «Dile sólo lo que pueda aceptar». Cuando yo era conferenciante de los Moonies, a menudo discutía las tácticas a emplear con los otros conferenciantes. Para racionalizar nuestras manipulaciones utilizábamos la siguiente analogía: «Tú no le darías a un bebé trozos de filete, ¿no es cierto? Tienes que alimentarle con algo que pueda digerir, como las papillas. Bueno, estas personas (los conversos en potencia) son como bebés espirituales. No les digas más de lo que puedan asimilar o se morirán». Si un novicio se enfadaba porque estaba aprendiendo demasiado sobre nosotros, la persona que trabajaba con él se hacía a un lado y dejaba que otro miembro le diera un poco de papilla.

Las sesiones formales de adoctrinamiento pueden ser muy monótonas y rítmicas: una forma de inducir estados hipnóticos. Resulta bastante corriente que la gente se duerma durante estos programas. Cuando yo era conferenciante de la secta, reprendía a las personas cuando se dormían y las hacía sentirse culpables, pero de hecho significaba que estaban respondiendo bien a la hipnosis. Más adelante aprendí que la hipnosis es algo habitual en muchas sectas. Aun cuando se ponga a echar una cabezada, la persona permanece más o menos atenta a la información y es afectada por ésta, al estar sus defensas intelectuales normales con la guardia baja.

Otra técnica muy eficaz para el cambio es la «experiencia espiritual» inducida, que a menudo se consigue de manera por completo artificial. Su amigo más íntimo en el grupo se encarga de recoger toda la información privada del recluta y se la pasa en secreto a los líderes. Más tarde, en el momento preciso, esta información se utiliza de improviso para crear una «experiencia». Tal vez semanas después, en otra ciudad, un líder entrevista al recluta y le habla de pronto del suicidio de su hermano. Como sabe que no ha hablado de ello con nadie de este nuevo lugar, el recluta piensa que el líder ha leído sus pensamientos o que ha sido informado directamente desde el mundo de los espíritus. Se siente sobrecogido y pide perdón por no ser mejor hermano.

Las sectas religiosas destructivas no son las únicas en organizar experiencias «místicas». Un experto en artes marciales y autotitulado «mentalista», que estaba formando su propia secta, pagaba en secreto a unos gamberros para que agredieran a algunos de sus estudiantes en la calle, para intensificar su miedo al mundo «exterior», se entrenaran más y en consecuencia se hicieran más dependientes de él. Un psicoterapeuta (líder de una secta) manipuló a una de sus clientes echándole en cara su incapacidad para seguir la dieta. No le dijo que la había visto horas antes cuando se comía un helado. Ella creyó que el hombre tenía poderes ocultos.

Una técnica bastante común en las sectas religiosas consiste en pedirle a sus adeptos que le pregunten a Dios qué quiere Él que hagan. Les exhortan a que estudien y recen para llegar a conocer la voluntad de Dios. Siempre se insinúa que unirse al grupo es lo que Dios quiere, y que abandonar el grupo es traicionar su voluntad. Claro que si una persona le dice al líder de la secta que Dios le ha indicado que debe abandonar, tal deseo no será aceptado como válido.

Tal vez la persuasión más poderosa es la ejercida por los otros miembros de la secta. Para una persona normal, hablar con un adepto adoctrinado es toda una experiencia. Es muy probable que usted no haya conocido jamás a nadie, amigo o familiar, que esté tan absolutamente convencido de saber qué es lo mejor para usted. Un buen adepto jamás acepta un no por respuesta, porque ha sido adoctrinado para creer que si usted no se adhiere, el culpable es él. Esto genera una gran presión sobre el adepto para que triunfe.

Cuando uno está completamente rodeado por esta gente, la psicología del grupo desempeña un papel muy importante en el proceso de «cambio». Se organiza adrede a los individuos en pequeños grupos específicos (o células). Quienes hacen demasiadas preguntas son aislados enseguida del grupo principal. En los Moonies, organizábamos equipos pequeños al empezar los talleres de trabajo para evaluar a los reclutas. Los dividíamos en «ovejas» y «cabras», y los destinábamos a sus respectivos grupos. Las «ovejas» eran aquellos que estaban «preparados espiritualmente». Las «cabras» eran individualistas recalcitrantes de quienes no se podía esperar que fueran buenos miembros. Si no se les podía «quebrar», su «negatividad» quedaba confinada con toda seguridad en un equipo de cabras donde las ovejas no podían acercarse, hasta que se pedía a las cabras que se marcharan. Más tarde, después de abandonar el grupo, me sorprendí mucho al saber que otras sectas muy distintas a la nuestra hacían lo mismo. Nosotros pensábamos que habíamos inventado la técnica.

Pero el proceso de cambio engloba mucho más que la obediencia a las figuras autoritarias de la secta. Incluye las numerosas sesiones de «participación» con los miembros de base, en las cuales se confesaban los antiguos pecados, se narraban los triunfos del presente y se fomentaba el sentimiento de comunidad. Estas sesiones de grupo eran muy eficaces para inculcar la adhesión, porque el grupo refuerza con energía ciertos comportamientos mediante efusivas alabanzas y reconocimientos, al tiempo que castiga las ideas y comportamientos ajenos al grupo con un silencio helado.

Los seres humanos tienen una capacidad increíble para adaptarse a nuevos entornos. Las sectas destructivas saben cómo explotar esta capacidad. Mediante el control del entorno del individuo, el uso de la modificación del comportamiento para recompensar ciertas conductas y suprimir otras, y la inducción de estados hipnóticos, pueden verdaderamente reprogramar la identidad de una persona. Cuando la persona ha «cambiado», está lista para el siguiente paso.

La congelación

Después de que alguien ha sido quebrado y adoctrinado en el nuevo sistema de creencias, debe ser reconstruido como el «nuevo hombre» (o la «nueva mujer»). Se le debe dar un nuevo propósito en la vida y nuevas actividades que consolidarán su nueva identidad. Una vez más, muchas de las dos primeras etapas son empleadas en la fase de congelación. Los líderes de la secta deben estar razonablemente seguros de que la nueva identidad se halle bien consolidada cuando la persona salga de su entorno inmediato. De este modo, los nuevos valores y creencias deben ser interiorizados por el nuevo recluta.

La primera y más importante tarea de la «nueva» persona es denigrar su anterior personalidad. Lo peor que le puede pasar a la persona es actuar como él mismo, a menos que ésa sea la nueva personalidad de la secta, que está completamente formada al cabo de varios meses. La memoria del individuo se distorsiona, minimizando las cosas buenas del pasado y exagerando los pecados, los fallos, las heridas y la culpa. Los talentos especiales, los intereses particulares, las aficiones, los amigos y la familia deben ser abandonados -preferentemente en dramáticas actuaciones públicas- si entran en contradicción con el compromiso hecho a la causa. La confesión se convierte en otro medio para purgar el pasado e integrarse en la secta.

Durante la fase de congelación se modela el método primario para proporcionar la nueva información. Los nuevos miembros forman pareja con los antiguos, que se encargan de enseñarle los entresijos. El «hijo espiritual» es instruido para que imite en todo al «Padre espiritual». Esta técnica cubre también otros varios propósitos. Mantiene al miembro «antiguo» en la buena senda al tiempo que gratifica su ego, y estimula las ansias del nuevo miembro de convertirse en un modelo respetado para poder él también entrenar a los miembros más jóvenes.

El grupo es ahora la «verdadera» familia del miembro; cualquier otra es sólo su vieja familia «física». Algunas sectas insisten en una transferencia muy literal de la lealtad familiar. Jim Jones no era ni por asomo el único líder de una secta que insistía en que sus seguidores le llamaran «Papá». En mi propio caso, yo dejé de ser Steve Hassan, hijo de Milton y Estelle Hassan, y me convertí en Steve Hassan, hijo de Sun Myung Moon y Hak Ja Han, los autoproclamados «Padres Verdaderos» de toda la creación. A cada momento me recordaban que debía ser un pequeño Sun Myung Moon». Conforme se afirmaba mi nueva identidad, yo quería pensar como él, sentir como él, actuar como él.

Para acelerar la congelación de un individuo, algunas sectas le dan un nombre nuevo. Muchas le cambian su forma de vestir, el peinado, y todo aquello que pueda recordarle el pasado. Como ya he mencionado, muchas veces los miembros deben aprender a hablar una jerga distintiva o lenguaje simplificado de la secta.

Por lo general se ejerce gran presión sobre el nuevo miembro para que entregue sus ahorros y demás posesiones. Esto persigue un doble propósito, además de enriquecer a la secta. Donar los ahorros de toda una vida congela al individuo en el nuevo sistema de creencias. Sería demasiado doloroso admitir el error, y también consigue que la supervivencia económica en el mundo exterior parezca mucho más difícil en caso de que la persona piense alguna vez en abandonar la secta.

El impedirle dormir, la falta de intimidad y los cambios dietéticos se prolongan durante varios meses, y a veces más. Al nuevo miembro se le traslada a algún lugar lejos de su vecindario y de sus fuentes de influencia, incluso en una nueva ciudad donde no ha estado jamás y donde no conoce a nadie. Esto fortalece aún más la dependencia total respecto a las figuras autoritarias de la secta.

Es típico que al nuevo miembro se le asignen tareas de proselitismo tan pronto como sea posible. Las investigaciones realizadas en psicología social demuestran que nada afirma tan rápidamente las nuevas creencias como intentar convencer a otros para que las acepten. Buscar nuevos adeptos cristaliza la identidad construida por la secta en un plazo muy breve.

Algunos grupos se autofinancian mediante la utilización de métodos para recaudar fondos que son arduos y humillantes, como por ejemplo pedir limosna en las calles durante las veinticuatro horas del día. Esta labor se convierte en una forma de glorioso martirio que ayuda a congelar el compromiso con el grupo. ¡Correr de un lado para otro en el aparcamiento de un supermercado vendiendo flores a un precio exorbitante bajo una lluvia torrencial es una eficaz técnica para conseguir que uno crea en lo que está haciendo!

Después de unas cuantas semanas de proselitismo y recolección de fondos en el mundo exterior, el miembro es, por lo general, reenviado a nuevas sesiones de adoctrinamiento. Este ciclo puede repetirse docenas de veces en el transcurso de los años.

Cuando el novicio ya ha pasado el tiempo suficiente con los miembros «antiguos», llega por fin el día en que se puede confiar en él para que entrene a otros recién llegados. De esta manera, la víctima se convierte en victimario, con lo que se perpetúa el sistema destructivo.

Doble identidad: la clave para comprender a los miembros de las sectas

Si tienen libertad para escoger, es de suponer que, las personas elegirán siempre lo que creen mejor para ellas. Sin embargo, los criterios éticos para determinar qué es «mejor» deberían ser propios, y no de algún otro. En un entorno de control mental, la libertad de elección es lo primero que se pierde. La razón para esta pérdida es muy simple: el miembro de la secta ya no actúa por sí mismo. Tiene una nueva estructura de identidad creada de forma artificial por la secta, que incluye nuevas creencias y un nuevo lenguaje. La doctrina de los líderes de la secta se convierte en el único «mapa» de la realidad con que cuenta el nuevo miembro.

El adepto de una secta de control mental está en guerra consigo mismo. En consecuencia, cuando se trata con un miembro, es de suma importancia tener siempre presente que posee dos identidades.

Al principio, identificar estas identidades duales resulta a menudo confuso para los familiares de los adeptos, sobre todo en las primeras semanas o meses después del ingreso, cuando la nueva identidad es la dominante. En un momento dado, el individuo está hablando en la jerga de la secta con un aire hostil o elitista, de sabelotodo. Entonces, sin previo aviso, parece volver a su viejo yo, con sus viejas actitudes y modos de ser. Hasta que, de repente, de nuevo se convierte en un extraño. Este comportamiento resulta muy familiar para cualquiera que trabaje con miembros de sectas, como es mi caso.

Por motivos prácticos, llamo a estas dos identidades «Juan Juan» (cuando Juan, por decir un nombre, es casi «él mismo») y «Juan Secta» (cuando Juan se comporta como un «clon» de la secta). Por lo general, sólo uno de los dos yos ocupa la conciencia cada vez. La personalidad que la ocupa más tiempo es la identidad de la secta. La vieja identidad únicamente se presenta de manera intermitente.

Es esencial que los familiares del adepto se acostumbren a las diferencias entre estos dos patrones de identidad, tanto en cuanto al contenido (de lo que habla el individuo) como a las modalidades de comunicación (la manera de hablar y actuar). Los dos son muy diferentes.

Cuando Juan Secta habla, su discurso es el de un «autómata» o como la grabación de una conferencia de la secta (lo que yo llamo una «cinta sin fin»). Hablará con una identidad y volumen inapropiados. Adoptará la típica postura rígida, con los músculos faciales tensos. A los familiares les llamará la atención el aspecto de sus ojos, vidriosos o fríos, y su mirada, que a menudo parece observar algo situado detrás de los interlocutores.

En el otro extremo, cuando Juan Juan habla lo hace de forma emocional. Será más expresivo y estará más dispuesto a compartir sus sentimientos. Será más espontáneo, y hasta puede mostrar un cierto sentido del humor. Su actitud será más relajada y amistosa, y el contacto visual no parecerá forzado.

Esta cruda descripción de una personalidad dividida puede parecer demasiado simplista, pero es asombrosamente ajustada. Empezar a hablar con alguien y sentir que, cuando estás a mitad de una frase, una personalidad diferente se apropia de su cuerpo, resulta una experiencia estremecedora. Advertir el cambio, y actuar de forma apropiada, es la llave para alcanzar la personalidad real del sujeto y liberarlo de las cadenas de la secta, como describiré en los próximos capítulos.

Pese a los reiterados intentos del adoctrinamiento de la secta para destruir y suprimir la vieja identidad y reemplazarla por la nueva, casi nunca se consigue un éxito total. Las buenas experiencias y los recuerdos positivos rara vez desaparecen del todo, aunque, desde luego, la identidad de la secta intentará enterrar los viejos puntos de referencia y sumergir el pasado del individuo. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la vieja identidad se rebela y busca caminos para recuperar su libertad. Este proceso se acelera mediante los contactos positivos con personas que no son adeptos, y mediante la acumulación de las malas experiencias vividas en el grupo.

Es la identidad «real», enterrada muy hondo, la que ve y registra las contradicciones, las preguntas y las desilusiones. Siempre me sorprende, aunque pasé por la misma experiencia durante mi desprogramación, que durante las largas sesiones de una intervención, mis clientes sean capaces de verbalizar incidentes negativos muy específicos que ocurrieron en su etapa de miembros de una secta. Las personas son capaces de recordar cosas horribles, como ser violadas por el líder de la secta, o verse forzadas a mentir, estafar o robar. A pesar de que en ese momento sabían que estaban haciendo algo mal, o que se abusaba de ellos, no podían enfrentarse al hecho o actuar en su contra porque la identidad de la secta tenía el control. Era sólo cuando su identidad «real» recibía permiso y se la alentaba a hablar que estas cosas llegaban a la conciencia. Por cierto que una parte esencial del asesoramiento en abandonos consiste en que la persona saque a la luz sus propias experiencias, de forma tal que pueda procesarías.

En mi trabajo de asesor, he visto una y otra vez que la personalidad «real» tiene las claves de lo que hay que hacer para invertir el proceso de control mental. Está claro que la personalidad «real» es la responsable de la aparición de las frecuentes enfermedades psicosomáticas que sufren los miembros de las sectas. He conocido gente que había desarrollado graves problemas epidérmicos, con lo cual se evitaban los agotadores horarios de trabajo y tenían tiempo para dormir. Otros desarrollaban asma o profundas reacciones alérgicas para poder buscar atención médica y ayuda en el exterior. La personalidad «real» se expresa también de otras maneras. Puede ejercer presión sobre la personalidad de la secta para ir a visitar a su familia, poniendo como excusa la necesidad de recoger ropas o dinero, o la de hacer nuevos reclutas. También puede mostrar indicios de que la persona desea ser rescatada cuando habla con familiares o amigos. Diversas familias se han puesto en contacto conmigo después de que su hijo o hija les dijera que no buscaran a un consejero profesional para que les sacara de la secta. Antes de que el adepto formulara tal advertencia, las familias ni siquiera tenían idea de que existía alguien a quien podían pedirle ayuda.

La personalidad «real» también es la responsable de generar sueños temáticos. He conocido a centenares de ex miembros que me han contado que tenían continuas pesadillas durante su permanencia en la secta. Eran los típicos sueños donde aparecían los temas de estar perdido, herido o atrapado. Me han explicado que en sus sueños estaban perdidos en un bosque oscuro, se ahogaban o estaban prisioneros en un campo de concentración.

Algunas personas me han dicho que tuvieron una «revelación» que les indicaba que debían abandonar el grupo. Comentaban que, en aquella época, ellos (con la identidad de la secta) no querían abandonar el grupo, pero que su experiencia «espiritual» era tan poderosa que siguieron las instrucciones y buscaron ayuda. Yo creo que Dios trabaja a través de las personas, y que es capaz de indicarles que abandonen las sectas destructivas.

Mi creencia de que Dios actúa a través de otras personas se basa, en parte, en una de mis propias experiencias. Cuatro años después de que abandonara la secta, por accidente escuché a mi madre que hablaba con otra persona. Ella explicaba: «No se lo cuentes a Steve, pero recé durante un año para que Dios le rompiera una pierna. Yo decía: Querido Dios, no le hagas mucho daño. Sólo el necesario para que podamos encontrarlo y rescatarlo». Me quedé anonadado y le pregunté a mi madre por qué no me lo había contado después de tantos años. Ella me respondió: «No está bien rezar para pedir que alguien se haga daño. No quería que te enfadaras conmigo». Claro que no me enfadé. En cambio, acudió a mi memoria lo que me había dicho uno de los enfermeros cuando me sacaban del interior de la furgoneta: «¡No estás muerto de puro milagro!».

Como hombre de fe, creo que Dios escuchó las oraciones de mi madre. Me rompí la pierna. Creo que en algún nivel inconsciente, mi yo «real» fue influido desde lo alto para que me quedara dormido y me despertara en el momento exacto. Desde luego, no puedo probarlo, pero he oído hablar de otras personas que han sufrido «accidentes» que les condujeron a la libertad.

No importa el tiempo que una persona haya pasado en una secta destructiva, siempre hay esperanzas de poder ayudarla. No hace mucho hablé con una abuela de 85 años de edad que abandonó una secta destructiva de Nueva jersey después de estar quince años en ella. Le brotaban las lágrimas mientras describía lo maravilloso que era volver a ser libre. Yo también lloraba. Sabía exactamente lo que ella quería decir.


por Steven Hassanhttp://www.shassan.com/


Se puede leer su libro completo en: http://www.geocities.com/icoc_mexico/mindcontrol/index.html