domingo, 15 de abril de 2007

CONCIENCIA Y OBJECIÓN : DERECHO Y DEBER

La polémica pública sobre la objeción de conciencia frente a los "matrimonios homosexuales" ha puesto de manifiesto lo que pretenden en el fondo los promotores de la nueva ley: que todos pensemos que las relaciones homosexuales son igualmente valiosas y dignas de aprecio que el matrimonio verdadero. No les basta con que sean legales pero reguladas al margen del matrimonio, no les basta con equipararlas al matrimonio; quieren que quienes no pensamos como ellos abdiquemos de nuestras convicciones y dobleguemos nuestra conciencia para tener que decir sí íntimamente a la ideología que sustenta al movimiento gay convertida en ley.

Pues no. La conciencia es previa a la ley y está por encima de ella. Violar la conciencia es la pretensión de todo totalitarismo como demuestra la experiencia nazi y comunista. Defender la es la obligación de quien quiera comprometerse de verdad con la dignidad humana y los derechos de la persona.

Por eso resulta tan preocupante que ahora el Gobierno español, por boca de su Vicepresidenta, se apunte a defender la dictadura sobre las conciencias a cuenta de su compromiso con el lobby homosexual.

En España la objeción de conciencia es un derecho que forma parte de la libertad ideológica y religiosa garantizada por el art. 16 de la Constitución según ha dicho el Tribunal Constitucional en su sentencia 53/85 sobre la llamada "ley del aborto". Y la Constitución es de aplicación directa, especialmente en materia de derechos fundamentales, sin que se necesite la mediación de un desarrollo legislativo que no es necesario aunque resulte conveniente para dar seguridad jurídica al objetor y a los afectados por su objeción.

Se puede y se debe ejercitar el derecho de objeción de conciencia frente al nuevo totalitarismo que, en nombre del relativismo moral, pretende establecer una nueva dictadura sobre las conciencias.

En el siglo XX los totalitarismos querían violar las conciencias para imponer su verdad; en el siglo XXI los nuevos totalitarios en ciernes quieren violar las conciencias para imponer que no existe la verdad ni el bien.

Benigno Blanco
(Columna publicada en la revista Hacer Familia. Abril 2005)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si ustedes no están de acuerdo con el matrimonio homosexual está bien, pero no pueden imponerle al estado y a la sociedad sus dogmas. Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos y deberes. Los homosexuales también, así ustedes no lo acepten. Así como el estado y la sociedad les permite a ustedes casarse de la manera "tradicional" (hombre y mujer), también debe permitirselo a parejas del mismo sexo. Y además si yo quiero casarme con otra persona del mismo sexo, lo puedo hacer cuando sea mi voluntad, es mi decisión, no la de ustedes. Pésimo artículo. Juan David Herrera Jaramillo, Colombia. jdherrerj@hotmail.com

Miriam dijo...

A ver, creo que no se trata de dogmas, Simplemente creo que todos tenemos el derecho como ciudadanos a expresar nuestro parecer.
Sí, también los homosexuales.
Y todos... ¿no?
El problema está en que hay leyes e instituciones distintas para situaciones distintas. Y aquí lo que debemos considerar es que forma legal dar a las distintas situaciones sociales.
No es fácil, y como cualquier otro problema social que se plantee, y más si toca a la persona humana, la institución familiar pide ser considerada con delicadeza, pero también con realismo. Dos realidades distintas piden institucionalizarse o legalizarse de manera diferente.
El problema tiene dos aspectos que convergen en el caos actual.
Por un lado la institución familiar estable que ha perdurado durante siglos en nuestros países ha sido de más en más debilitada por la flexibilidad del divorcio y por el aumento de las parejas de hecho con hijos, más o menos estables.
Por otra parte considero justo que la sociedad encuentre modos de protección a las asociaciones parafamiliares estables, que protejan la parte débil y dependiente. Es clásica la convivencia de amigas o amigos durante años de por vida, independientemente de que mantengan relaciones carnales íntimas o no.
Se plantean muchas cuestiones que deberían ser resueltas con el máximo de justicia y serenidad para todos.
Esto sin contar con los problemas derivados de los derechos de adopción, y de los derechos legales de paternidad/maternidad de los padres biológicos de los niños.
Conozco casos de rapto "legal" (?)de los hijos a su verdadera madre que claman al cielo.